—No esperé hacer esto hoy, pero gracias a ti ya le he perdido el temor, y te agradezco por eso. — confesó Samantha al bajarse de la atracción.
Fueron a encontrarse con los niños, respiraron aliviados al ver que aún estaban donde los dejaron. No fue sino hasta pasados diez minutos más que se acercaron los pequeños. Connie abrazó a sus padres.
—¿Cómo estuvo? ¿se divirtieron mucho? — preguntó Gerald.
—Si — contestaron al mismo tiempo.
—Pero papá, tenemos hambre. — comentó Connie.
—Vamos a ver qué podemos comer aquí ¿sí? Creo que alcancé a ver perros calientes, palomitas de maíz y algodones de azúcar, pero podríamos ir por algo más… sano, no sé qué piensas, Gerald. — sugirió Samantha.
—No creo que por comer algo aquí Connie vuelva a enfermarse. — mencionó Gerald.
—Bueno, está bien, comamos y regresemos a casa. Debemos llevar temprano a Louis, su padre fue muy claro con la hora.
A Gerald le parecía tierna y cordial la actitud de Samantha, realmente se esmeraba por hacer las cosas bien y es