La primera noche después de la operación, Lorena no pudo dormir. Estaba incómoda, no sabía como ponerse, ya que le molestaban las heridas, por lo que Iker llamó a una enfermera y pidió si le podían dar algo para el dolor, se hacía el duro, pero sufría tanto como ella, no podía verla sufrir y se sentía impotente de no poder hacer casi nada.
Llegó una enfermera y le dio un analgésico y un relajante para que pudiera dormir un rato. Lorena le dio las gracias y se quedó dormida, por lo que él también aprovechó para dormir.
A la mañana siguiente, cuando trajeron el desayuno, fue la madre de Iker para ver que tal estaba.
—Hola, sé que todo ha salido bien y ahora sólo queda recuperarte, pero, ¿cómo te sientes? —preguntó después de saludarles.
—Me duele y molesta un poco, pero por lo demás bien —contestó Lorena.
—No te preocupes, pronto pasará y te sentirás mejor —dijo la madre de Iker.
Llegó la doctora Rollers con una enfermera, para la revisión y l