Lorena, había perdido la ilusión y había dejado de creer en el amor, pues desde pequeña había sufrido abusos de todo tipo. Primero, sufrió un infierno de pequeña con su padre que la convirtió, prácticamente en su esclava sexual. Cuando la pesadilla había acabado y su vida la empezaba sonreír, gracias a un desconocido que despertó su corazón, se le vino de nuevo el mundo encima, al caer cautivada por el falso amor de Luis. Éste, era una mala bestia y tenía muchos secretos escondidos, que ella no descubrió hasta que era demasiado tarde, pues había unido su vida con él, a pesar de que algo dentro de ella le decía que no era buena idea, pero fue la única solución que encontró para olvidarse de ese desconocido. Cuando se veía perdida y había partido sin saber bien su destino, volvió a aparecer ese desconocido, que ahora tenía nombre. Iker, ese desconocido, la cogió la mano e iniciaron un camino sin rumbo, pero con la idea clara de que lo harían juntos y guiados por el amor. ¿Hacía donde les llevara su amor?
Leer másEn Illescas, un pequeño pueblo de la provincia de Toledo, vivía un matrimonio que tenía dos hijos.
La madre se llamaba María y amaba con locura a sus hijos. Era muy bondadosa y trabajadora, y todo el mundo en el pueblo la quería.
Durante años había trabajado en una empresa de la zona, dedicada a la fábrica de dulces navideños, pero lo dejó cuando se casó, pues casi fue una exigencia de Juan, su marido. Siempre estaba dispuesta a ayudar a todo el mundo y, a pesar de que su vida era muy dura, siempre iba con una sonrisa en el rostro, disimulando lo que estaba viviendo en casa. La pobre sufría malos tratos por parte de su esposo, que de cara a los demás parecía un hombre ejemplar, pero era el mismo demonio cuando cerraba la puerta de su casa.
Juan despreciaba a las mujeres y creía que eran seres inferiores, trataba a María como si fuera de su propiedad y tuviera que hacer lo que él quisiera, pero solo cuando estaba en casa, pues cuando los demás podían verle se comportaba como un respetable padre de familia. Era capaz de ir a misa todos los domingos por la mañana y por la tarde, cuando estaba en casa, se le cruzaba un cable y daba una paliza a su mujer.
El matrimonio tenía una hija que se llamaba Lorena y un hijo que se llamaba Alberto, ambos testigos silenciosos de lo que pasaba en casa y sin poder decir nada a nadie, pues su madre se lo había pedido.
Alberto era el menor de los dos y el que menos sufría las consecuencias del comportamiento de su padre. No era un niño mimado, pero sí que estaba muy protegido por su madre, que no quería que fuera como su padre, y por su hermana mayor, Lorena, que le defendía de cualquier daño que le podía causar Juan. Era un chico callado e intentaba pasar desapercibido, pero era capaz de hacer cualquier cosa por su hermana y por su madre.
Lorena, la hija mayor del matrimonio, era muy alegre y pizpireta y se caracterizaba por su nobleza y su sentido de la justicia. La pequeña no entendía porqué debía ocultar que no eran la familia perfecta, no comprendía cómo podían ir a la iglesia y a la escuela parroquial como si fueran una familia feliz, mientras en casa todo era dolor y sufrimiento. La niña sufrió los desprecios, humillaciones y abusos del padre, como María, lo cual la marcaría profundamente, de tal forma que nunca conseguiría superarlo del todo, pero, aún así, siempre miraba para adelante, intentando huir de esa infancia y adolescencia difícil que vivió, que la convirtieron en la mujer que es hoy.
Esta es la familia de Lorena que, como han podido comprobar, tiene dos caras: la alegre y amable ante los vecinos, y de dolor, tristeza y sufrimiento cuando entraban en casa.
Aquí arranca la historia de ese huir hacia adelante de esa chica, que estaba dispuesta a impedir que lo que había vivido cambiara su esencia y, aunque fuera al final de su vida, quería ser la mujer que siempre había soñado ser.
Lorena había decidido dejar de escribir en su diario porque ya no necesitaba ocultar nada, ya que con Iker tenía confianza para contarle todo y porque no quería tener ningún tipo de secreto con él.Esas últimas palabras, esas últimas hojas que escribiría se las quería dedicar a la persona que había cambiado su vida, quería confesarle todo lo que había supuesto para ella y, por supuesto, dejaría que él lo leyera. Lo que escribió fue lo siguiente:"Estas van a ser las últimas líneas que escriba en este diario, no tiene mucho sentido seguir escribiendo cuando no tengo que ocultar nada y puedo expresarme tal cual soy sin tener que esconder mis sentimientos y, sobretodo, porque puedo desnudar mi alma ante quien camina a mi lado.Escribo esto mientras veo a nuestros hijos dormir, después de haber estado un rato jugando con ellos y, cuando los veía sonreír, me ha venido a la mente aquella vez que un chico guapísimo me ofreció un refresco, sin darme cuenta entonces que
Por fin se habían quedado solos y los niños estaban dormidos, por lo que podían hablar tranquilos, ya que hasta ahora siempre había alguien en la habitación.—¿Cómo estás, preciosa? —preguntó Iker mientras le acariciaba el pelo.—Un poco cansada, pero contenta de que por fin seamos una familia, aunque me estoy planteando que a lo mejor no deberíamos tener más hijos —dijo Lorena mientras le cogía la mano.—Amor, como tú lo veas, pues eres tú la que va a pasar por el embarazo y el parto.—Gracias por comprenderme siempre, no es por ti, sino por todo lo que ha pasado y nos han dicho que otro embarazo podría ser complicado y me estoy planteando hacerme la ligadura de trompas.Iker se quedó un segundo parado, no sabía que decir, no quería meter la pata, pero en su cabeza sonó un rotundo no a que ella se sometiera a otra operación.—No dices nada, ¿te ha molestado lo que te he dicho?, si es así, te pido perdón —dijo ella con tono un poco triste, p
No habían casi hablado del tema y Lorena tenía mil preguntas en la cabeza, millones de miedos que la habían sobrevenido y tan sólo encontraba algo de tranquilidad entre los brazos de Iker, pues ellos eran tan cálidos y del alma, que la llenaban de calma.—Te veo preocupada, mi vida —comentó un día Iker mientras estaban desayunando.—Lo estoy, pero no quería agobiarte. No sé si voy a ser una buena madre y si podré hacerme cargo de todo —dijo Lorena bajando la vista.Él le acarició la barbilla, le levantó la cabeza y secó las lágrimas que resbalaban por sus mejillas, a lo que ella le cogió la mano y se la besó.—Seguro que vas a ser una madre estupenda, vamos a ser capaces de hacernos cargo de todo y no sientas vergüenza por tener miedos y dudas, siempre estaré aquí para escucharte.—Gracias, amor mío, siempre encuentras las palabras exactas para que me sienta mejor. No sé en que faceta me gustas más, porque en todas eres adorable —dijo ella mientras
Lorena se levantó un poco antes para hacer el desayuno, tantas veces lo había hecho Iker que ella decidió hacerlo y dejar que durmiera un poco más.Cuando estuvo preparado, y como no se había levantado, lo colocó en una bandeja y lo llevó a la habitación, despertando a Iker con un beso.—Buenos días, princesa, así da gusto despertar.—Buenos días, principe, para mí si que es un gusto despertar a tu lado.Tras el saludo, se dieron un abrazo y otro beso y se pusieron a desayunar.—¿Eres feliz conmigo?, dime la verdad, tesoro —preguntó ella como si dudara de la respuesta.—Por supuesto que sí, te lo diré mil veces y no me cansaré de decírtelo, amor —respondió él sin casi dar tiempo de que ella terminase la pregunta.—Pero si has tenido que aguantarme muchas cosas y pocas alegrías te he dado.—Eres increíble y te amo, tu sonrisa me transmite felicidad, has decidido compartir tu vida conmigo y dentro de poco me harás muy feliz —dijo
Lorena no sabía lo que le pasaba, pero desde que habían vuelto del campamento no había podido dejar de pensar en esa noche, en lo que había sentido, en como la había excitado, estar totalmente a su merced y como le había encantado, como le había hecho el amor esa noche, una mezcla perfecta entre dulce y salvaje, pero tan cariñoso preocupándose porque ella disfrutara, como hacía siempre.Cada vez que lo recordaba, su cuerpo se encendía y unas veces se podía controlar y otras debía calmar su deseo, por lo que decidió ir a ver a Teresa, su psicóloga, para ver si quería a Iker por lo que le hacía sentir al hacer el amor o era por todo lo demás por lo que disfrutaba tanto.A parte de lo anterior, tenía un retraso de quince días, pero no quería decir nada hasta la siguiente falta, pero ella sentía que esta vez sí que podría ser posible.Aprovechando que Iker había ido a cerrar un acuerdo con las perfumerías Juteko, ella fue a ver a Teresa.—Hola, Lorena, gracia
Aquel aniversario supuso un antes y un después para Lorena, empezó a cuidar de sí misma y se dejó querer por Iker, pues este se convirtió en una extensión de ella y llegaba hasta donde ella no era capaz, por lo que todo le era muy fácil y, aunque le costó darse cuenta, por fin había comprendido que cuando te aman de verdad siempre vas a encontrar unas manos que nunca te dejarán caer.Todo no era positivo, aunque Iker se lo ponía muy fácil, pero pasaban los meses y no se quedaba embarazada, por lo que habían decidido ir a una clínica especializada.En la primera visita, les hicieron unas pruebas tanto a ella como a él para ver si tenían problemas de fertilidad, pero a parte de eso le habían hecho una exploración muy exhaustiva por lo que había vivido y sufrido ella.Llegó el día de ir a por los resultados y mientras esperaban que les llamaran, tuvieron la siguiente conversación.—Si yo soy estéril, tendré que pedirte perdón por no haberme dado cuenta y hac
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