Maddox regresó al hotel con los miembros del equipo de Kyle. Eric se quedó en la mansión intentando mediar con su padre, para él era imprescindible hacerlo entrar en razón.Al llegar al estacionamiento su rabia se desató al ver a Aaron esperándolo, con la parte baja de su espalda recostada en la carrocería de su convertible.—Maldito hijo de puta —mascó mientras bajaba de la vans y se aproximaba a él.Aaron se incorporó para enfrentarlo, podía sentir la energía de su lobo a pesar de que lo contenía al encontrarse en un lugar rodeado por humanos.—Así que por fin despertaste —dijo a modo de burla, pero a Maddox no le resultó gracioso. Le estampó un puñetazo en la cara que por poco lo tumba al suelo.—Eres un miserable traidor.Aaron se limpió la gota de sangre que salió de su boca y lo miró con enfado.—Nunca imaginé que la situación interna de la manada Prescott fuese tan conflictiva. Ustedes supuestamente son un ejemplo a seguir según el consejo de lobos.Maddox sonrió con ironía.—¿
Maddox entró al hotel hallando a Kyle en la recepción hablando con Ryan.—¿Qué sucede? —preguntó al acercarse y ver que ambos tenían expresión preocupada.—En Sutton atacaron la colonia de los Barrett —confesó Ryan—. Hablé hace unos minutos con Kurt y me informó que se están refugiando en las montañas. También detuvieron el barco pesquero donde trabaja Spencer, piensan que los delataron.—¿Qué sucedió en la colonia de los Barrett? —quiso saber él.—Destruyeron todas las casas y se llevaron detenidos a muchos de los humanos porque están solicitados por la policía en otras ciudades de Maine, en Sutton se escondían para evitar sus condenas. Buscaban específicamente a Gunter, a Igor, a Tanner y a Mortimer, justo a los cuatro lobos del grupo. Kurt les alertó a tiempo porque un policía amigo le había pasado la información, son los militares quienes hacen esos allanamientos, no la policía.—¿Los del G24?—A esa isla fueron tres avanzadas del ejército —reveló Kyle—. Me enteré que dos de ellas
Maddox entró en la habitación. A pesar de encontrarse las luces encendidas, no se oían movimientos.Él sabía que Alana estaba adentro, tranquila, podía presentir su presencia y sus emociones. Al llegar a la cama la vio acostada de lado, sin zapatos y por completo dormida.La agitación que había tenido esos días por lo sucedido en la isla y en la mansión la dejó agotada.Apagó las luces y se quitó los zapatos para acostarse junto a ella, también de lado y de cara a la loba. La observó con detalle mientras dormía, fascinado por su respiración serena.Como tenía el ceño fruncido le acarició con delicadeza la frente con un dedo hasta lograr que se relajara. Luego no pudo evitarlo más y continuó repasando su bello rostro con delicadeza.La hizo sonreír dormida y hasta susurrar su nombre en medio de un gemido. Eso lo hizo sentirse poderoso.Ella pensaba en él, soñaba con él, lo deseaba de la misma forma en que él la deseaba, era más que evidente.Allí estaba frente a su hembra, una que habí
El dictamen de Maddox los inquietó a todos, sobre todo, a Armand, y más cuando vieron que Alana lo apoyaba, declarando que no iría a ninguna parte sin él.Aquello dejaba sentado que, a pesar de que Maddox aún no la había reclamado como su hembra, entre ambos existía un sentimiento poderoso que ambos aceptaban por completo.—Hija, tienes que pensarlo mejor —intentó mediar Francine cuando le dieron la oportunidad de estar a solas con la loba, en la habitación que le habían concedido.—Lo he pensado mucho estas semanas. Maddox es mi predestinado, quiero estar con él.—Es muy pronto para tomar una decisión de ese calibre, más aún, si tu vida no está estabilizada. Yo te recomiendo que se den un tiempo para que tú conozcas a tu manada y todos los recuerdos de tu madre. Luego, veremos cómo se desarrollan las cosas.—Quiero conocer a los Leblane, saber quién era mi madre, cuáles eran sus sueños y sus preferencias, pero voy a hacerlo de la mano de Maddox. Él es mi estabilidad.Francine suspiró
Mientras Alana hablaba con su tía en su habitación, Maddox se reunió con su padre y con Gustav Leblane en un salón de reuniones del hotel, que Kyle les había gestionado para que tuvieran privacidad.—Escucha, muchacho, no sé exactamente qué ha sucedido entre mi sobrina y tú, pero entiende que ella de ahora en adelante será protegida por la manada Leblane —expuso Gustav encarando a Maddox con severidad.El macho alfa se irguió con prepotencia, aunque guardó sus manos en los bolsillos de su pantalón en un gesto de control total de sus emociones.—Entiendo que pretendan obtener mucho de ella ahora que recién la han descubierto, pero comprendan que no hallaron a una hembra sola, asustada y desamparada. Alana es una loba alfa llena de convicción y determinación, con una familia humana a cuestas que no piensa soltar por nada del mundo y quien ya halló a su macho predestinado. Ustedes no la incluirán en su vida, tienen que meterse con inteligencia en la de ella si desean recuperar el lazo fa
Cuando Maddox entró en la habitación, Francine se inquietó. Enseguida se despidió de Alana y quedó de reunirse con ella durante el almuerzo para que siguieran conversando.Al salir, le dedicó una mirada cargada de desprecio al lobo que este le respondió de la misma manera.—¿Qué sucedió? —quiso saber él.—Insiste en llevarme a Canadá por un tiempo.—¿Y tú qué deseas? —Alana lo observó con pesar y nerviosismo—. ¿Qué deseas? —insistió Maddox, sumido en una gran tensión. Temía su respuesta.—Deseo estar contigo, pero tú no quieres estar conmigo.—¿Por qué dices eso?—Porque le das muchas largas a lo nuestro. Aseguras que soy tu hembra, pero no me reclamas. Creo que lo haces porque sabes que conmigo perderás mucho más que tu manada.Él recostó la espalda en la pared, como si lo hubiesen abatido con un golpe.—Me da igual lo que pierda o no, nunca he tenido nada en realidad, siempre he sido un lobo relegado. Lo hago porque no quiero imponerte nada. No quiero ser como ellos.Alana lo observ
Aquella mañana, Maddox no solo la hizo suya una sola vez, sino varias veces. Parecía no saciarse nunca.Alana quedó rendida entre sus brazos cuando el sol del mediodía se engalanó en el cielo. Él la cubrió de forma protectora, pegándola a sí para sentir todo su calor.Mientras ella dormía, Maddox pensaba en el futuro, en los lugares a los que podía llevarla para que vivieran sin ningún tipo de acoso y en cómo la protegería de los otros alfas que pudiesen rondarla. Todos esos temas lo angustiaban.—¿En qué piensas? —preguntó la loba acariciándole el pecho.—Pensé que dormías.—No quiero dormir para no perderte de vista —reveló, cubriendo la cintura de él con su brazo.Maddox sonrió con pereza y besó su cabeza.—Me tendrás tanto tiempo junto a ti, que llegará un momento en que te vas a cansar de mi presencia.—Eso nunca pasará —aseguró apretando su agarre. Él aumentó la sonrisa.—Voy a necesitar salir de la habitación para hablar con Kyle.Ella respiró hondo, resignada.—Y yo para habla
Alana fue a la habitación de George encontrándolo acostado en su cama, cubierto hasta la nariz. Keenan veía la televisión con Neris y Logan.—¿Papá? ¿Estás bien?Ella se sentó a su lado y tocó su frente, tenía algo de fiebre.—Me duelen los huesos —se quejó él, adormilado.—Maldición y la medicina que nos dieron los africanos se nos acabó.Apoyó las manos en sus rodillas y entrelazó las manos en una pose pensativa. Necesitaba hallar un doctor que evaluara a su padre.—No te preocupes, hija, estaré bien. Ya me tomé unos analgésicos.—Lo tuyo no se cura con analgésicos. Hablaré con Maddox para que te vea un médico.—Ya me han visto varios en la isla y sabes que nunca encontraron nada.—Lo que pasaba en la isla era provocado —expresó con enfado—. Estoy segura que el alcalde dirigía todo eso para sacar a los granjeros de sus tierras, ya fuera bajo amenaza o por enfermedad.—Quiero volver a Sutton, Alana —expuso el hombre con pesar—. Allá están los restos de mi esposa.La loba se preocupó