20. Necesitamos hablar
En la oscura comodidad de su habitación, Alexandra estaba caminando como un león enjaulado mientras esperaba la llegada de la persona que podría ayudarla. Y es que ella no era estúpida, sabía que el hecho de que su hijo se hubiese llevado a la cama a una humana.
Un gruñido lleno de coraje salió de ella mientras se debatía entre la ira y la frustración. La escena en la morgue no había salido como lo planeó. Había subestimado a la humana y su habilidad para resistir sus provocaciones.
—Maldita humana insolente. ¿Cómo se atreve a desafiarme de esa manera? —murmuró para sí misma, sus puños apretados con furia.
Es que en los más de doscientos años que tenía, nunca, humanos ni lobos, se habían atrevido a enfrentarla. Ella era la luna más temida de todo el maldito reino, había marcado un precedente y aunque luego de la guerra que se llevó a su esposo y primogénito, ya su lugar no fuera ese, seguía siendo respetada. Temida.
Sus pensamientos se volvieron entonces hacia su hijo. Gabriel, se