—Los hombres lobo somos una raza similar a los seres humanos —comienza a explicarme Adan—, la diferencia principal es que nosotros podemos convertirnos en un lobo a voluntad, y tenemos ciertos instintos similares a los de ese animal…

—¿Instintos? —pregunto algo confundida.

—Si, por naturaleza nosotros nos mantenemos en manadas, que para un humano podrían resultar similares a “ciudades” o “capitales” de un reino.

Me parece un poco difícil de creer, ya que nunca antes había escuchado de esas “manadas”, pero decido seguirle el juego a Adan, esperando ver hasta donde es capaz de llegar con esta bonita “mentira”.

—¿Y estas manadas son parte de uno de los estados o son como un estado “independiente”? —pregunto con curiosidad, intentando ubicarme mejor en la geografía de mi país.

—Algo así, las manadas están dispersas por varios continentes, pero no le rendimos cuentas a los humanos.

—¿Es decir que mi presidente no puede controlar a tu pueblo o algo así? —pregunto con una sonrisa.

—No, las m