Debía terminar con ese absurdo de una vez. Katherine y él sólo compartían un convenio, no existía ni debía existir nada más entre ellos, inclusive era poca la tolerancia de ambos, discutían por cualquier cosa, ella era tan testaruda y arrebatada como impositiva. Aunque persistía aquella sensación de tranquilidad y sosiego que le proporcionaba su cercanía, sensación que se nublaba con su deseo naciente de poseerla.
Pero era ella quien lo impresionaba, ella quien no mostraba indicios que le proporcionaran una esperanza, una respuesta hacia lo que se podía estar despertando en él. Vivir huyendo de su atracción no era muy satisfactorio, sabía que de correr tanto solo quedaba rendirse o llegar a la meta, sin embargo, él huía de eso, porque la meta era ella.
Aquel sentimiento absorbente que lo tenía pendiendo de un hilo, apenas perceptible de cordura cuando sentía esa imperiosa necesidad de quererla, le hacía recordar a la otra. Ivette, si podía existir una posibilidad entre Katherine y él