A la mañana siguiente, la claridad despertó a Katherine, por muy imposible que le parecía dormir con el granuja de Daniel Gossec, lo había conseguido, se podría decir que durmió «como un bebé...», y en su interior se encontraba agradecida por haber tenido el gesto de quedarse, aun cuando estar frente a él era enervante y exacerbante hasta el límite.
Daniel contrastaba muchas veces con lo que decía y hacía. Poniendo cada escena en colación, podía notarlo en los detalles que tenía para con ella. La hizo sentir cómoda, a pesar de que en un principio las discusiones eran asiduas en ambos e incómodas. Aun así, le permitía establecer una zona de confort algo extraña, ya que no eran obligados a compartir el aire que respiraban, excepto a la hora de las comidas, o si por casualidad se encontraban en alguna parte de la hacienda.
La noche anterior fue tan dulce al principio y luego tan bestia para rematar, que terminó odiándolo, no así, durmió gracias a su compañía que la hizo sentir segura, p