CAPÍTULO 75

El auto se detuvo frente a la mansión de los Montenegro con un rechinar de neumáticos. Celine salió con prisa, ajustándose el abrigo mientras Jacobo bajaba del lado del conductor. El rostro de ambos mostraba un cansancio evidente, pero también un alivio contenido: habían logrado que Carlota quedara en libertad bajo fianza, al menos por ahora.

—Al fin en casa —murmuró Jacobo mientras cerraba la puerta del auto.

Celine, sin embargo, no compartía su tranquilidad. Desde que habían llegado, algo la incomodaba. El silencio que los recibió era demasiado profundo, demasiado ajeno para una casa que solía estar llena de voces y movimiento.

—¿Dónde están los chicos? —preguntó, mirando a su alrededor mientras cruzaban el umbral.

Jacobo frunció el ceño y cerró la puerta tras de sí.

—Tal vez están dormidos. Fue un día largo para todos.

Celine negó con la cabeza, su instinto maternal haciéndole hervir la sangre.

—No, algo no está bien.

Sin esperar respuesta, subió las escaleras con pasos rápidos, ll
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