28° Huir.
Raeyron tenía frio, e incluso el estar sentado en el suelo al lado de la hoguera bajo la arena caliente le era insuficiente para conservar el calor.
Maiken estaba unos metros más allá y juntaba las provisiones que habían robado antes de salir del castillo de Valyor, parecía que no tenía buenas noticias.
Cuando llegó con él, se sentó a su lago y la piel del brazo del guardia rozó la suya, estaba tan cálida que Raeyron tuvo el impuso de acercarse más, pero se quedó quieto.
Ya era casi media noche y ninguno de los dos había logrado conciliar el suelo, la luz de la luna le daba una muy buena vista a todo alrededor ya que estaban sobren una duna arenosa y estable por la que subieron.
— ¿Y ahora? — le preguntó el menor y el guardia ladeó la cabeza.
— Las provisiones no nos alcanzarán para salir del desierto — le dijo y Raeyron pateó un tronquito de madera — tendremos que aguantar al menos dos días sin nada, pero creo que lo lograremos, lo único que me preocupan son los caballos — Raeyron mi