Capítulo 06: El acuerdo

Archie detiene su auto justo en frente del famoso The White Palace, el cual haciendo honor a su nombre tiene una fachada impoluta, extremadamente grande a pesar de ser una sola planta y, por supuesto, completamente blanca.

Yo comienzo a andar hacia las escaleras pero un segundo después siento que alguien me toma de la mano. Más que sorprenderme, siento una especie de cosquilla en mi mano y en mi columna vertebral, mero reflejo del tacto de Archie contra mi piel. Yo bajo mi mirada a nuestras manos, ahora entrelazadas, y luego lo veo directamente a los ojos.

—¿Vamos, cariño?— Dice antes de concederme una sonrisa y entonces pienso que es la primera vez que me sonríe. A mí. Vamos, puede que esté siendo sarcástico (estoy segura que lo está siendo) pero no puedo evitar sonreír también.

—Me gustan tus hoyuelos — Le susurro.

—¿Qué?— Me responde, creo que he hablado muy bajo y realmente no me ha escuchado así que acaricio suavemente su mejilla, justo uno de sus hoyuelos.

—Buenas noches, Señor Lloyd— Dice el hombre vestido de traje negro y blanco cuya placa en el traje deja leer "Parker" —Señorita— Hace una reverencia con su cabeza, en forma de saludo. Yo asiento —¿Su mesa habitual?

—Sí, por favor.

—¿Mesa habitual?— Digo divertida alzando una ceja.

Parker, hace un gesto con su mano y llama a uno de los meseros quien después de dar las buenas noches, nos pide que le sigamos a la que aparentemente es la mesa habitual de Archie.

Llegamos finalmente a la famosa mesa favorita de Archie. Está ubicada al final del lugar, cerca de una fuente. Es bastante privada así que puedo entender por qué le gusta, además, el sonido de la fuente resulta relajante.

El mesero, que va vestido todo de negro, en contraste con todo lo blanco que hay a su alrededor, rueda una de las sillas (también doradas) para que pueda tomar asiento. Archie se sienta frente de mi.

El mesero sostiene una tableta en su mano y se queda allí, de pie, como una estatua. Yo lo miro confundida y luego miro a Archie.

—¿Y el menú?— Espeto confundida.

—Aquí está — Archie alza su teléfono móvil y lo señala con la otra mano, confundida lo miro con el sueño fruncido.

No entiendo, le digo con la mirada, entonces él continúa:

—El restaurante trabaja con una aplicación. Yo busco aquí el menú, elijo lo que voy a llevar, el mesero ve la orden en su equipo, la toma, va y luego la despacha. Al pagar, también es a través de esta vía, al menos que piense cancelar en efectivo— Ensimismada por su explicación me limito a asentir, de repente siento que estoy viviendo en el año dos mil cien.

—Vale...— Digo arrastrando la palabra —¿Y exactamente cómo hago para ver el menú? Yo no tengo la aplicación...

—Espera un segundo — Dice antes de que pueda terminar de hablar y un segundo después mi celular suena.

Reviso en el interior de mi bolso y me doy cuenta que me ha llegado un enlace para visualizar el menú.

—Los nerds y sus cosas — Digo para mí, aunque aparentemente lo suficientemente alto como para que el mesero haya escuchado quien hace un ruido extraño como si estuviese aguantando las ganas de reír.

—Mi hermano ideó esta aplicación— Agrega Archie.

Vale, los nerds ricos y sus cosas.

Muy bien, Señor ¿qué desea ordenar?

—Quiero un bistec en salsa roja a la vinagreta y un pastel de berenjena— Alza la mirada hacia mi y dice: —¿Y tú qué vas a ordenar, Vivian?

No es hasta que dice mi nombre cuando me doy cuenta que todo este tiempo en vez de estar revisando el menú por mis propios medios, solo lo estaba mirando a él. Trago saliva pesadamente y entonces paseo mi vista por platos que nunca he probado en mi vida.

—¡Chuleta de cerdo!— Digo eufórica en voz alta cuando leo algo que, no solo reconozco, sino que me gusta un montón —¿Puedo ordenar dos?— Pregunto con genuina emoción —Y ensalada rusa— Añado —¿Qué tan grandes son las porciones aquí?— Haciendo caso omiso de mi propia pregunta, digo: —Que sea una ración doble, porque por supuesto tienen que ser pequeñas — En estos restaurantes de lujo mientras más caro es el plato, también es más pequeño —¡Y papas fritas!— Mi ilusión es auténtica porque no pensé que en un menú con platos en idiomas extranjeros podría encontrar papas fritas —Que sea una ración extra grande. No, espere — Agrego enseguida —Que sean dos también. No sé que tan extra grande sea ese extra grande.

Cuando dirijo mi mirada hacia Archie, me doy cuenta que me observa de manera perpleja, como si yo hubiese descifrado la respuesta de su crucigrama sin siquiera intentarlo.

—¿Te parece vino tinto para tomar?— Apenas logra pronunciar.

—¿Podemos ordenar postre también?— Digo sonriendo de oreja a oreja —¿Puedo ordenar por los dos?— Archie asiente una vez —Quiero un brownie pero no como dos porciones sino la torta completa.

—¿Completa?— Me cuestiona Connor —¿Por qué tanto?

—¿Tanto?— Repito irónicamente —Te apuesto a que el pastel completo tendrá unos diez centímetros de diámetro— Bromeo.

—¿Nada más?— Pregunta el mesero y ambos negamos.

El joven se aleja dándonos privacidad a Archie y a mí. Enseguida, asegurándose de que nadie nos escucha, Archie dice:

—¿Acaso estás intentando avergonzarme?

—¡¿Perdón?!— Exclamo inclinando mi espalda hacia atrás.—¿Te avergüenzo por comer?

Con frustración, Archie suelta un suspiro casi inaudible y me responde:

—No he dicho que me avergüenzas, he dicho que eso es lo que estás intentando hacer.

—Pues no, ese no es mi plan— Le corrijo —Simplemente me gusta comer, pero me gusta comer cosas que conozco— Alzo ambas cejas y me encojo de hombros. Detrás de la elección de mi cena, no hay ningún plan maquiavélico como Archie ha pensado —Discúlpame por ordenar costillas de cerdo y no un platillo extravagante cuyo nombre no sé pronunciar. Perdóname por no ordenar un  bistec con salsa roja porque la única salsa roja que conozco es la de tómate.

Hay un silencio incómodo, me doy cuenta que de repente estoy acalorada. Y sedienta.

—Perdón. Veo que mi comentario estuvo mal.

—No, está bien— Me encojo de hombros restando importancia —Si quisiera avergonzarte, créeme que lo haría de otra forma. Pero cuando se trata de comida, me tomo las cosas muy en serio.

—¿Y de verdad crees que puedas comerte todo eso?— Archie luce mas relajado, incluso la expresión en su rostro y el tono de su voz es más divertido.

—Dios me bendijo con un buen apetito y me bendijo también con un mejor metabolismo— Suelto una risita y agrego: —No tienes idea lo que puede comer este metro sesenta y cinco.

El mesero retorna a nuestra mesa obligándonos a guardar silencio.

—Es nuestra primera cita— Analizo —Y en las primeras citas nunca hay beso, así que creo que estamos bien— Pronuncio esbozando una sonrisa burlona al ver la cesta con pan de ajo que ha dejado en la mesa.

—Esto no es una cita— Me corrige —Es una reunión para discutir un acuerdo.

—Puede ser ambas cosas — Digo cubriendo mi boca con una mano mientras mastico el pan y salsa que están ¡deliciosos! —Si vamos a hacer esto— Y con esto me refiero a un matrimonio falso —Vamos a hacerlo bien.

—¿A qué te refieres con bien?— Yo unto un pan y se lo entrego, él lo toma aunque no lo come. Prefiere tomar un sorbo de su agua.

—No quiero arruinar mi reputación delante de tu padre.

—¿De qué forma exactamente?— Me emociona ver a Archie mostrar genuino interés en mis preocupaciones. Así que sintiendo una dosis extra de adrenalina, me inclino hacia adelante, apoyo mis brazos sobre la mesa y prosigo:

—Tienes un mes para encontrar una esposa, tienes que hacerlo creíble delante de tu padre. No sé que problemas tienes con él y sé que el Señor Simon no es perfecto pero conmigo ha sido un buen jefe. Quiero decir ¡el hombre me dio trabajo cuando tú no lo hiciste!— Cosa que no he olvidado ni olvidaré tan fácil —Así que no me parece prudente llegar mañana y decirle que nos vamos a casar. Sabrá que nuestro matrimonio será de mentira y que me estoy prestando para tu plan.

—¿Y no es eso exactamente lo que estás haciendo?

—El hecho de que lo esté haciendo no quiere decir que quiera hacerlo.

—¿Te sientes obligada?— Archie no quiere sonar alarmado pero no lo consigue. Pongo mis ojos en blanco y sacudo la cabeza cuando me percato que ha interpretado muy mal mis palabras.

—Por supuesto que no. No creas que me siento obligada porque no es así, yo accedí porque me dio la gana. Me refiero a que se supone que el matrimonio es algo sagrado o lo que sea. Y nosotros simplemente estamos sacando provecho de ello. Así como tu te estás beneficiando heredando el negocio de tu familia, yo también estoy obteniendo un beneficio.

—¿Qué es cuál?

Entre abro mis labios cuando el filtro que hay entre mi cabeza y mis labios se enciende. Y de repente recuerdo que no le he contado toda mi verdad a Archie, aunque debería. Bueno, supongo que después tendré más tiempo.

—Bien, le diré a mi padre que tenemos un mes saliendo en secreto y que tengo planeado pedirte matrimonio. Por eso cuando me propuso su condición de cederme los derechos de la cadena hotelera, accedí tan pronto y con tanta firmeza. Porque estoy convencido que, gracias a nuestro amor, tan profundo, tu dirás que sí — Archie no puede evitar soltar cierta ironía aquí y allá mientras habla. Yo pongo mis ojos en blanco.

—¿En que parte de aceptar la propuesta de matrimonio del millonario hijo de mi millonario jefe, que está a punto de ser más millonario, con quien solo tengo un mes de novia ¡un mes! no me hace quedar como una caza fortuna?

—La parte en la que mi padre puso como opción el divorcio para heredar todo— Dice con tranquilidad —Para heredar debo divorciarme. Supongo que esa es la forma que tiene mi papá de asegurarse de que el negocio no vaya a parar a manos de una caza fortuna como tu has dicho, o al menos la mitad.

Sintiendo que mi sien empieza a picarme de la tremenda confusión, suelto:

—¿Exactamente por qué es que tu papá te ha propuesto semejante disparate? ¿Por qué querría que te casaras y divorciaras, además? ¡Es que no lo entiendo!

—Es obvio. Pensó que le diría que no. Y le voy a demostrar que, como siempre, me subestimó.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo