Esta vez particularmente me había gustado mucho estar en mi país, en mi ciudad. Por primera vez no me había sentido extraño y ajeno, sino que creo que había logrado estar un poco más en paz con mi pasado y conmigo mismo.
Sin embargo, también estaba feliz de irme y continuar nuestro paseo por Europa. Especialmente porque Lisa estaba empezando a hacer preguntas queriendo averiguar más sobre el pasado de mi familia... y había cosas que yo todavía no estaba preparado para contarle. De casualidad las había superado yo.
Así que realmente me sentí muy contento cuando nos dirigimos a París. Lisa se veía muy risueña, entusiasmada y contenta de visitar la ciudad del amor. Yo francamente no había escatimado en lujos y detalles, así que había alquilado un departamento en la mejor zona del Barrio de Le Marais, que estaba cerca a los mejores lugares turísticos, así como rodeados de café y calles animadas. Mi intención era llevarla a conocer la ciudad y hacerla casi una parisina en pocos días.
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