Mundo ficciónIniciar sesiónCondenado por una maldición que lleva la marca del odio, el alfa Sech Valtor ha perdido todo aquello que alguna vez valoró. Cada mujer que se une a él está destinada a morir de forma trágica, un cruel recordatorio de su rechazo a la bruja que selló su destino. Las lobas de su manada ya no se atreven a acercarse a él, temiendo el final que les espera. Presionado por el consejo de ancianos y el peso de un legado que se tambalea, Sech toma una decisión desesperada: comprar a una humana pura para convertirla en su esposa. Anastasia, una joven que ha conocido más sufrimiento que felicidad, es arrancada de su mundo y vendida como un objeto. Sola, aterrorizada y sin esperanzas, es llevada al territorio de los hombres lobo, donde descubre que su vida ya no le pertenece. Entre el miedo, la desconfianza y los secretos, Sech y Anastasia se enfrentan a un vínculo forzado por las circunstancias. Pero mientras el alfa lucha contra su propio tormento y la inevitable pérdida que presiente, Anastasia despierta una fuerza inesperada dentro de sí misma, una que podría ser la clave para romper la maldición… o la causa de su destrucción. ¿Podrá el amor surgir en medio de la oscuridad? ¿O será Anastasia la última víctima de la maldición que ha condenado a Sech y a todos los que se acercan a él?
Leer másLos Clifford estaban aterrorizados.Pude verlo en la forma en que la mujer apretaba los puños, en cómo el hombre sudaba mientras trataba de mantener una sonrisa temblorosa.—Señor… Emily no está disponible —balbuceó la mujer, con voz trémula—. Pero tenemos otras niñas igual de dulces y obedientes.—No me interesa ninguna otra —espeté, dejando que mi tono gélido los envolviera en miedo—. Vine por Emily.El hombre tragó saliva.—¿Por qué precisamente ella? —preguntó, intentando sonar casual, pero su voz le falló.Di un paso hacia él y observé cómo retrocedía instintivamente.—No tengo por qué darles explicaciones —sentencié con dureza—. O me entregan a Emily o estarán en graves problemas.La amenaza era clara. Y ellos lo sabían.La mujer soltó un jadeo ahogado y tomó la mano de su esposo, quien la miró con el rostro empapado de sudor.—la niña enfermó… —confesó él finalmente—. Tuvimos que aislarla del resto.Le sostuve la mirada.—Llévenme con ella.—No es seguro —se apresuró a decir la
Estaba en mi despacho, repasando algunos documentos sin mucho interés. Desde que dejé a Anastasia en su habitación esta mañana, no había podido sacarla de mi mente. Algo en su mirada, en su rebeldía… en su dolor.Entonces, un golpe seco en la puerta interrumpió mis pensamientos.—Adelante —ordené.Kael entró con un semblante serio. En sus manos traía una carpeta gruesa con papeles desordenados.—Aquí está la información que solicitaste —dijo con voz grave, cerrando la puerta tras de sí.Le hice un gesto para que se acercara y dejó la carpeta sobre mi escritorio.—¿Qué encontraste?Kael apretó la mandíbula.—No es un informe fácil de digerir, Alfa. Ese orfanato… es un infierno.Fruncí el ceño y abrí la carpeta. Lo primero que vi fueron fotografías de un edificio descuidado, con paredes agrietadas y ventanas rotas. No parecía un lugar donde se cuidara a los niños. Más bien, parecía una prisión.—El orfanato Clifford ha estado operando ilegalmente durante años. Utilizan a las niñas para
El silencio de la noche se rompió de golpe con un grito desgarrador.Me incorporé en la cama de inmediato, con los sentidos alerta.Otro grito.Mi cuerpo se tensó al reconocer la voz.Anastasia.Gruñí por lo bajo, maldiciendo para mis adentros. ¿Ahora qué demonios le pasaba?Intenté ignorarlo. Me obligué a quedarme en la cama, a no reaccionar, pero mis instintos no me lo permitieron.Mi lobo rugió dentro de mí, empujándome a moverme, exigiéndome que hiciera algo.No lo pensé más.Me levanté de un salto y salí de mi habitación. Atravesé los pasillos del castillo con rapidez hasta llegar a la puerta de su habitación.Empujé la puerta con fuerza y me encontré con una escena que me dejó helado.Anastasia estaba retorciéndose en la cama, atrapada en lo que parecía una pesadilla infernal.Su rostro estaba bañado en sudor, sus labios temblaban y su respiración era errática.—Emily… —susurró con voz ahogada—. ¡No! ¡Déjenla!Fruncí el ceño.¿Quién demonios era Emily?La observé durante un segu
Las palabras de Sech retumbaban en mi cabeza como un eco cruel y despiadado.Si sigues poniendo las cosas difíciles, no solo tú morirás de hambre.“Los guardias que estaban a cargo de custodiarte tampoco probarán alimento.”“Las sirvientas que estaban encargadas de tu cuidado tampoco beberán agua.”Miré a las jóvenes que estaban en la habitación conmigo. Todas se mantenían en silencio, pero sus expresiones reflejaban una mezcla de miedo y súplica.Sabía que no tenían la culpa de nada.Ellas tampoco eligieron estar aquí.Mi orgullo me pedía que no cediera, que luchara hasta el final, pero…—Eres un monstruo —le solté con la voz cargada de rabia e impotencia.Sech arqueó una ceja, como si el insulto no le afectara en lo más mínimo.—¿Eso crees?—No te atreverías a hacer algo tan cruel con tu propia gente.Él sonrió, pero no había calidez en su expresión. Solo frialdad y superioridad.—¿Quieres retarme? —su voz era baja, peligrosa—. Está bien, Anastasia, pero te advierto que no deberías
Algo me despertó.No supe qué era exactamente, pero mi instinto reaccionó antes que mi mente. Me puse de pie en la penumbra de mi habitación, con los sentidos alerta.Había movimiento en los pasillos.No eran los pasos pesados y controlados de los guardias, sino algo más ligero, más apresurado. Me acerqué a la ventana y entrecerré los ojos.Al principio, solo vi la inmensidad del jardín extendiéndose bajo la luz de la luna. Pero entonces, una silueta se movió entre la oscuridad.¿Es en serio?Mi mandíbula se tensó al darme cuenta de quién era.Anastasia.La maldita humana había logrado escapar.Salió corriendo hacia el bosque con una urgencia desesperada, como si su vida dependiera de ello.Y por alguna razón, eso me enfureció más de lo que debería.No tenía sentido. Ella no era la primera en intentar huir, y sin embargo, la simple idea de que quisiera alejarse de aquí, de mí, me provocó una rabia visceral.Sin perder más tiempo, me lancé tras ella.Mis pasos eran silenciosos, mi cuer
Las puertas altas y ornamentadas se abrieron con un crujido pesado, como si el castillo mismo estuviera advirtiéndome que no había marcha atrás.Fui conducida al interior de una habitación amplia y majestuosa, iluminada por el fuego de un gran candelabro colgante. Todo en ella era imponente: los muebles de madera oscura, los ventanales altos cubiertos con gruesas cortinas de terciopelo, los tapices bordados con emblemas dorados. Pero nada llamaba más la atención que la mujer que estaba de pie en el centro de la sala.Era alta, de porte elegante, vestida con una túnica negra que resaltaba su piel pálida y sus ojos severos. A pesar de la edad que seguramente cargaba sobre los hombros, no había ni un rastro de debilidad en su presencia. Era hermosa, pero en una forma fría y calculadora.Mis piernas temblaban. Algo en ella me decía que no debía mostrarme vulnerable, pero ya era demasiado tarde. Todo en mi expresión gritaba miedo.―Bienvenida al castillo de los Valtor ―su voz era firme, si
Último capítulo