Capítulo 50: Eres todo lo que quiero.

Aquella última frase provocó que el corazón de Juan Andrés vibrara en su interior, jamás antes nadie le había dicho algo tan sublime, al punto que se conmovió hasta la médula.

—Vamos al hotel —propuso. Ahora más que nunca anhelaba saber que era lo que él sentía por Paula.

Ella lo miró a los ojos, con ese brillo tan especial, sonrió.

—Vamos —contestó.

Salieron del bar, agarrados de la mano. Juan Andrés volvió a besarla, y Paula correspondió a sus besos, hasta que la falta de oxígeno los obligó a separarse, subieron al taxi.

El ritmo cardíaco de Paula se incrementaba a medida que se aproximaban al hotel. En el trayecto, los dedos de Juan Andrés le acariciaban la mano, era un roce suave, pero tan cálido, que la hacía estremecer, giró su rostro para contemplarlo, y suspiró.

—No sigas mirándome así —bromeó él. Sonrió, al ver como ella se mordía los labios, avergonzada.

—Así, ¿cómo? —indagó ella con inocencia, arqueando una de sus cejas.

—Con ganas de querer comerme —le susurró al oído, con
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