Capítulo 49: Si he de morir: Qué sea amándote.

De inmediato tomaron asiento en unas sillas de plástico, Andrés miraba a su alrededor, no muy convencido, entonces una señora de contextura gruesa se acercó a ellos, y les ofreció la especialidad de la casa, pescado frito, patacones, ensalada.

—Yo quiero un plato de esos —dijo de inmediato Paula. Miró a Juan Andrés indeciso—. Te va a gustar, pruébalo.

—Está bien —contestó de mala gana.

—No te preocupes tanto —comentó Paula, y colocó su mano sobre la de él—. Nunca has comido en sitios como este. —Señaló con su mano, a su alrededor.

Juan Andrés se aclaró la garganta.

—Jamás, solo me alimento en restaurantes exclusivos, o con la comida que prepara Inesita, que lleva muchos años trabajando en la hacienda —mencionó.

Paula suspiró profundo.

—¿No extrañas tu casa, tu familia, a tus papás? —indagó con curiosidad. —¿Han sido malos padres?

Juan Andrés sintió como el pecho se le encogió al pensar en sus progenitores.

—No, ellos son los mejores padres que alguien puede tener —dijo con l
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