Roger tenía toda la atención puesta en él.
Generalmente no se destacaba por tener mal carácter y menos por tener interrumpir una reunión dando un golpe en la mesa que los asustó a todos.
No quiso mirar a su esposa porque sentía vergüenza de él y de su propia familia.
De verdad había estado ciego, se preguntaba si la actitud de su madre siempre fue así frente a él y no se había percatado.
Ya estaba alterado después de escuchar los ruegos de su hermano para que lo perdonara por su traición y aquello solo colmó el vaso.
El muy estúpido todavía creía que estaba enfadado porque le había quitado a Natalie.
Eso se lo agradecería de por vida, su molestia era la traición, no podía fiarse de él.
Cuando saludó a Elizabeth sintió que enloquecía, tanto así que apenas se quedaron solos no pudo controlarse y le dio un derechazo.
Con las manos aún colocadas sobre la mesa, miró a su madre y le dijo:
—Siempre supe que eras demasiado «especial» con las personas, mamá —ni él reconocía su propia voz, esta