Llevamos un par de días viajando por carretera, aunque la lujosa camioneta en la que andamos es bastante cómoda, igual el cansancio me mata, sobre todo porque acabo de salir del hospital.
Sí, me había recuperado, pero todavía no me sentía al cien por ciento de mis capacidades. Aún sufría de muchos espasmos y dolores musculares, así como migrañas, para lo que me recetaron analgésicos y llevar un control bastante estricto.No entendía por qué no viajamos en avión, fue una tortura viajar de esta manera en mi condición, sin embargo, según Hugo e Iván, es más seguro para todos nosotros viajar por carrera.Luego de ver diferentes tipos de paisajes y pasar por distintos pueblos muy pintorescos, llegamos a una zona bastante rural y campestre. Estaba ansiosa, Hugo e Iván me habían dicho que ya estábamos por llegar a nuestro destino y tenían una sorpresa preparada para mí. Eso me animó bastante.Llegamos a una bellísima finca, un lugar de ensueño, pasamos por un portal con un letrero que decía “Finca el Retiro”, un nombre bastante ideal. Desde la entrada, el campo estaba cubierto con un verde césped hasta donde podía ver, a lo lejos se visualizaban las siluetas de un ganado y varios hombres montando unos hermosos caballos.Inmediatamente, abrí la ventanilla del auto, el aire fresco y el olor a tierra húmeda me embriagó, resultó refrescante. Levanté la vista y el cielo azul con algunas nubes blancas dispersas, completaban en paisaje. Suspiré con fuerza.Llegamos a la casa, que para ser sincera, me pareció una exageración. Se veía enorme desde afuera y con una arquitectura bastante moderna con enormes ventanales y balcones, parecía no encajar con el ambiente campestre.Salí de la camioneta literalmente con la boca abierta, los enormes pilares de la casa, las líneas rectas, los grandes cristales que la cubrían, la mansión estaba preciosa, relucía pintada en colores claros terrosos, blanco, beige, marrón claro. Me enamoré del lugar, apenas llegué.La puerta principal se abrió y di unos pasos hacia atrás tambaleándome, Hugo e Iván me sostuvieron por los brazos para que no me cayera. Sentí como todo se nubló en mi mente, todo se puso oscuro, ¿Lo que vi era una alucinación, un fantasma?.Quien nos esperaba en la puerta era mi primo hermano Roberto.— ¿Mayra? ¿Mayra? ¿Estás bien?.Todavía bastante mareada, comencé a recuperar el conocimiento, sentí como me cargaban como a un infante, apenas pude abrir los ojos, vi que era Roberto quien me llevaba en sus brazos hasta un sofá en la sala de la casa.Quería saltar de sus brazos, quería decirles que estaba bien, pero el cuerpo no me respondía. Roberto me cargaba con una facilidad impresionante y no es que estuviera delgada con la dieta que me habían puesto en ese lujoso hospital, pero es que se notaba a leguas que los brazos y la espalda de Roberto estaban muy bien formados.Me coloco con suavidad en el sofá y se sentó en una orilla del mismo, a un lado mío.— ¿Mayra? ¿Cariño, estás bien?. — Susurró con dulzura.Él preguntó una vez más, apenas notó que abrí mis ojos. Yo todavía no podía hablar, simplemente me quedé estática, observándolo. Roberto acercó su rostro al mío, habló en un tono bajo, amable.— Mayra, cielo, ¿Todavía no te sientes del todo bien? ¿Necesitas de un doctor? Llamaré a uno. — En sus ojos se veía la preocupación.Escuchaba cómo sus palabras eran rápidas, creo que él hablaba demasiado rápido, Roberto estaba genuinamente preocupado, sostenía con fuerza mi mano y yo quería responderle, quería hablar, decirle que estaba bien, nada más algo sorprendida, sin embargo, las palabras seguían sin poder salir.— ¡Hey! ¿¡Que hacen allí parados!? ¡Vayan a llamar a un doctor!.Hugo e Iván, que también me miraban con preocupación, se sobresaltaron al escuchar el grito de su jefe y salieron corriendo de la habitación. Estábamos solos, Roberto se acercó todavía más, inclinándose sobre mí, pasó una de sus manos con suavidad por mi rostro, acomodando mi cabello detrás de mi oreja.Mi corazón estaba muy acelerado, quizás en parte por el susto de encontrar a Roberto frente a mí, vivo, después de darlo por muerto, no obstante, también la situación me comenzaba a poner nerviosa, nunca antes había estado en una situación tan comprometedora con mi primo.— Mayra. — Murmuró muy cerca de mi cara. — Lo lamento tanto, seguramente te sorprendió verme ¿Verdad?. — Asentí tenuemente. — Pensé que con la visita en el hospital… — Cerró los ojos con fuerza y movió la cabeza de un lado a otro como si negara algo. — Debí suponerlo, estabas muy sedada con los medicamentos. No podía aparecer otra vez porque corría el riesgo de ser descubierto y los muchachos también tenían prohibido mencionarme por el mismo riesgo. — Suspiró, su cálido aliento golpeó mi cara, volvió a acariciar mi rostro con suavidad. Noté como apretaba sus carnosos labios hasta convertirlos en una línea, parecía molesto, frustrado. — Lo lamento mucho.Se escucharon pasos, se separó de mí a una distancia más acorde. Hugo e Iván venían de regreso, ya habían llamado al doctor, tardaría algo en llegar porque estábamos algo alejados del pueblo.— ¡Maldición! Tendrán que buscar un buen doctor que se instale por una temporada aquí. No quiero correr riesgos.Roberto se notaba cada vez más frustrado y preocupado. Caminaba por el pasillo resoplando, una y otra vez. Verlo tan inquieto y rezongando me hizo recordar lejanamente al Roberto de pequeño, con quién crecí. Eso me causo gracia y sonreí para mis adentros. Mi corazón y mi mente, ya se sentía más tranquilo, comencé a sentir un gran alivio.¡Espera! ¿Te has dado cuenta? ¡Roberto está vivo! ¡Tu primo está vivo y está aquí contigo!.Mis ojos se llenaron de lágrimas. Finalmente, mi cerebro había procesado todo. No estaba sola, mi querido primo estaba vivo, él me acompañaba y me cuidaba, como siempre lo había hecho, mi corazón se llenó de alegría, sentí como si mi pecho se hubiera llenado, como si se inflara, como una calidez me recorría todo el cuerpo al tiempo que las lágrimas caían por si solas.— Roberto.Lo llamé con cierta timidez, él volteó sorprendido y al ver mi expresión, pareció aliviarse un poco. Estiré mi mano hacia él. Roberto caminó lentamente hacia mí, como si temiera asustarme, nuevamente, tomó mi mano, se sentó a mi lado, con la mano libre limpio mis lágrimas y nos unimos en un fuerte abrazo.Tenía una nueva vida, de nuevo. No sabía cuántas veces tenía que iniciar, empezar desde cero, pero lo haría, las veces que sea necesario. No estaba dispuesta a dejarme vencer, me sentía tan llena de fuerzas, tan renovada, ahora ya no pensaba en ¿Por qué no morí? Ahora reflexionaba en lo afortunada que era en vivir, en sobrevivir.Quizás esta nueva mentalidad, se debía a qué ya no me sentía tan sola, tenía a Roberto conmigo, en este momento, él era mi roca, mi apoyo.Vivíamos en esta hermosa finca, todo un paraíso. Un médico se mudó para monitorear mi estado de salud a diario y recibía consultas psicológicas online también. Supongo que eso también ayudo a darle un cambio de perspectiva a mi mentalidad.En la casa contábamos con todas las comodidades que cualquiera podría desear, un personal de servicio bastante eficiente, internet y TV satelital, incluso gimnasio y piscina. Además, parte de mi terapia consistía en salir todas las tardes a cabalgar, para mí, esa no era una obligación,
Necesitaba entrenar de inmediato, sin embargo, Roberto insistió en que me tomara las cosas con calma, para él, la venganza sabe mejor en un plato frío, ¿Qué sé yo? A mí me gusta comer calentito.Además, me pidió ahondar este tema con mi psicólogo, al parecer le preocupa mucho más mi salud mental que física, yo también estoy preocupada, aunque no precisamente por el motivo de la venganza, sino por el insano deseo que comenzaba a crecer en mí hacia mi primo.De pronto, lo veo con otros ojos, ya no lo veo como mi familia, sino como un hombre sexi, atractivo, salvaje, dominante. Con solo pensar en él, me humedezco. Y ¿Para qué mencionar la barbaridad de sueños eróticos que tengo con Roberto? Nada más empeoran mi ansiedad y deseo.—Muy bien Mayra, ¿De qué quieres hablar el día de hoy?. — Comienza mi sesión del día con mi psicólogo por videollamada.—Hay… — Todavía dudo si debo mencionar el asunto, pero me da mucha curiosidad. — Hay un nuevo tema del que me gustaría hablar.Comienzo a de
Estaba en el polígono de tiro con Iván, este no era mi día, quizás el cansancio ya se apoderaba de mi cuerpo porque no había podido atinar ninguna bala y eso que la última vez había avanzado bastante.Iván me gritaba tan frustrado como yo, después de tanto avance parecía haber retrocedido como si esté fuera mi primer día, mi primera práctica. Yo escuchaba los gritos de Iván, pero era un eco en el fondo de mi mente, pues estaba más concentrada en algo más, en darme ánimo.“Tú puedes” Fallé. “Vamos, tú puedes” Fallé. “Vamos, concéntrate, esfuérzate” sentía los pinchazos de dolor en mis hombros al levantar el arma, definitivamente el cansancio comenzaba a pasarme factura y fallé.Suspiré abatida.Me doy cuenta de algo, los gritos de Iván ya no se escuchan en el fondo.Volteó para ver si él se dio por vencido y se retiró del lugar.En efecto, Iván no está. En cambio, está mi primo Roberto. Él está de pie en la entrada, observándome fijamente, recostado a la pared con las manos en los bol
En los siguientes días no pude ver a Roberto, o estaba muy ocupado, o no se encontraba en casa. Eran las nueve y media, Roberto no aparecía, las velas se consumían, llevaba mi cuarta copa de champán y mis esperanzas de que llegara se habían acabado, todavía no podía creer que lo haya esperado por tanto tiempo.Él ya no vendría, ¿Quién llega tarde a una cena en su propia casa?. Seguro seguía molesto conmigo. Suspiré abatida.Escuché un ruido, imaginé que se trataba de alguien del personal que venía nuevamente a verificar si la cena ya comenzaría o no. Me levanté de la mesa dispuesta a retirarme a mi habitación, no había nada más que hacer.Al levantarme y dar unos pasos, quedó sorprendida. Es Roberto quien está parado frente a mí, lleva un elegante traje oscuro y me sonríe con prepotencia.—Lamento la demora. — Se acercó, puso su mano en mi espalda y me dio un beso en la mejilla. — Pasar una tarjeta por el piso, no es una buena manera para dejar un recado a alguien. — Sonríe. — Estab
Ya estaba cansada de esto, es decir, mi relación con Roberto era un, tira y encoge. Nos gustábamos, lo sabía, yo estaba dispuesta a todo con él, pero parecía que él se sentía más culpable que yo por iniciar algo entre nosotros, aunque todavía no sabía qué.De nuevo, me quedaba con las ganas y comencé a pensar que quizás no sé trataba de Roberto, quizás se trataba de que necesitaba sexo, hacía mucho que no drenaba mi energía sexual y posiblemente, como Roberto era por mucho, el hombre más atractivo que tenía cerca, entonces por eso mis hormonas se alborotaban con él.No iba a seguir insistiendo con mi primo Roberto, era lo más sano, después de todo, era mi familia y yo andaba como una loca pervertida con mis hormonas. Parecía que él tenía más sentido común que yo. ¿Qué opinaría Nana de mí ahora?.Tenía que hacer algo al respecto, quizás complacerme yo misma, aunque lo he intentado y no es igual. Tenía que encontrar un amante, alguien que me ayudara a drenar mis perversiones, una relaci
Me acerqué rápidamente al ring, agarrándome con fuerza de las cuerdas.—¡BASTA!. — Grité con todas mis fuerzas.Roberto se detuvo en el acto, me observó con su cara llena de furia, entrecerrando los ojos, me asustó, sin embargo, no me detuve, subí al ring, me acerqué a ellos, con cautela me agaché y sostuve la cabeza de Scott, él sangraba por todos lados, lo revisé bien, ninguna de las heridas eran graves, todas eran superficiales.Gracias a Dios también había recibido clases de primeros auxilios y meditación, eso me ayudó a no perder la calma y comprobar con cuidado las heridas.Roberto se levantó, se quedó observándonos con una mueca llena de desprecio.—¡Hugo!. — Gritó todavía en el ring. Hugo corrió para acercarse.—¡Sí, señor!. — Respondió esté, apresurado.—¡¿Quién lo contrató?!. — Habló con fuerza, señalando a Scott. Hugo tragó grueso.—Yo señor. — Musitó nervioso.—¡Bien! Cancélalo. — Roberto ordenó y Hugo asintió.—¡NO!. Grité lo más fuerte que pude, con mi garganta a
Roberto entró al jacuzzi conmigo en sus brazos, una vez dentro, me bajó de sus brazos con suavidad y antes de que pudiera acomodarme, se lanzó sobre mí y tomó mis labios nuevamente.Quedé allí, arrinconada, entre las burbujas y el hombre que deseaba, comiéndome, no podía ser más feliz.Roberto comenzó a bajar nuevamente, besando y lamiendo mi oreja, cuello, pecho, con algunos pequeños mordiscos con los que yo automáticamente me retorcía, abriendo las piernas para su comodidad, tirando la cabeza hacia atrás, incluso volteando los ojos algunas veces, parecía poseída.Estaba tan excitada que mis nenas estaban de punta y él las estimuló todavía más jugando con ellas, usando sus labios y una de sus manos, con pellizcos y succión, él me hacía gemir con fuerza. Esos sonidos lo estimulaban todavía más a él mismo, parecía dedicarse con más entusiasmo y fuerza cuando los escuchaba.Al mismo tiempo, Roberto, deslizó una de sus manos bajo mis pantis y utilizando sus dedos acariciaba mi centro mi
Desperté en la cama buscando a Roberto, él ya no estaba, supuse que se levantó bastante temprano. Me estiré un poco para desperezarme, sentí varios aguijonazos en mi vientre y algunas partes de mi cuerpo, recordatorio de la noche que pasé.Suspiré pensando y recordando, parecía estar en un sueño hecho realidad.Mi estómago gruñó, aclamaba por comida. Voltee hacia la mesita de noche en la que había un reloj para ver la hora, eran las 9:30 am. “¡Que! No puede ser”. Me levanté trastabillando, a la carrera.Con la mayor velocidad que pude, corrí hacia mi habitación para tomar una ducha rápida y cambiarme de ropa. Bajé dispuesta a desayunar y empezar con mis actividades, en las que ya iba bastante atrasada, rogando mentalmente que este atraso, no me traiga tantos problemas. Mientras que no cancelen mi entrenamiento, cumpliría con todos mis castigos de ser necesario.Desayuné ligero, en todo momento, pensando en Roberto, observando los alrededores para ver si por casualidad pasaba por allí