Desperté con una fuerte luz blanca alumbrándome la cara. Me dolía todo, no quería abrir los ojos, pero alguien me llamaba, una voz familiar.
Luché con todas mis fuerzas por despertar y cuando lo hice, vi a mi primo Roberto parado a mi lado, tomando mi mano.— Estoy muerta. — Murmuré. Estoy feliz de poder volver a verlo.— No cariño, estás viva. — Respondió él, apretando mi mano.— Pero tú estás muerto. — Los parpados se me caían. ¿Era esto un sueño?.— No es así, fue todo un montaje, un engaño. Estamos en el hospital, ambos estamos vivos y de verdad estoy a tu lado. — Lo escuchaba como si estuviera muy lejos, aunque estaba a mi lado.— Qué bueno, me alegro. — A duras penas sonreí, me dolió, me estremecí.— Tranquila, vuelve a dormir. — Sentí cómo deslizó su mano con suavidad por mi rostro, sentí un suave roce en mis labios, ¿Un beso?. — Tienes que recuperarte pronto, tendrás tu dulce venganza.No sé si esta última parte me la imaginé o si era real, aunque el dolor que sentía en cada espacio de mi cuerpo si lo era. El sufrimiento, tanto físico como mental y sentimental, es lo único que me confirmaba que seguía con vida.Volví a caer dormida.No estoy segura durante cuánto tiempo dormí, pero varias veces desperté medio somnolienta, pude observar a mi alrededor por unos minutos, nada más veía luces y paredes blancas, luego el dolor en todo mi cuerpo me mataba y me volvía a quedar dormida.En todas esas veces que desperté, no volví a ver a Roberto, quizás sí fue un sueño después de todo. Sin embargo, en todo momento, dos de sus hombres de confianza estuvieron a mi lado, Hugo e Iván. Cada vez que despertaba el tiempo suficiente, podía ver como ellos se acercaban para revisarme y me volvía a dormir.Hugo, el moreno, regordete y rapado que fue por mí el primer día de llegar a la ciudad y casi me mataba del susto. Iván, un sujeto blanco, muy delgado y alto que siempre parecía estar cansado. En todo momento estuvieron a mi lado, aunque casi no hablaban porque cada vez que alguien les decía algo, asentían o negaban, era muy raro escuchar sus palabras. Creo que estaban allí conmigo por algún compromiso con mi primo antes de morir. Tengo entendido que las promesas que se hacen entre mafiosos son muy importantes.El único momento en que conversaron conmigo, fue cuando me explicaron que escucharon de una denuncia por disturbios en la radio de la policía (que siempre tienen a alguien haciéndoles inteligencia escuchando las últimas noticias), donde daban mi dirección, fueron a ver qué pasaba, la casa estaba vacía, investigando, dieron conmigo en un hospital público y de inmediato me trasladaron a esta lujosa clínica.Cuando comencé a reaccionar por más tiempo, detallé mejor el lugar donde estaba, obviamente un hospital, pero bastante lujoso, la habitación es amplia, cómoda, con TV satelital y sofás amplios para los invitados, además, era para mí sola. Todo un lujo.Los doctores y enfermeras me visitaban constantemente y revisaban mis signos vitales. No es mucho lo que podía hablar por lo anestesiada que estaba casi todo el tiempo y por el dolor en mi garganta, pero apenas pude, pregunté por mi hijo.— Lo sentimos, fue imposible salvarlo. — Fue la respuesta que recibí.Tuvieron que sedarme una vez más. El ataque de histeria que me dio, con esa noticia, fue bastante fuerte. Era lógico, con la paliza que recibí, no obstante, me dolió mucho en el alma, estaba muy ilusionada con esta dulce espera, aunque el padre resultara un canalla, pude haberlo tenido para mí.Por lo menos reaccioné mejor la primera vez que me dieron un espejo y vi mi rostro completamente desfigurado. Me habían fracturado la mandíbula y el tabique, aunque los doctores ya habían enderezado todo, todavía tenía moretones por todos lados, de diferentes colores, que forman un arcoíris y toda mi cara estaba inflamada. No quise revisar el resto de mi cuerpo, el dolor era una señal de lo horrible que debía estar.Los médicos me decían que no me preocupara, que apenas bajara la inflamación, podrían hacerme algunas cirugías plásticas, que quedaría como nueva. Pero ¿Se le puede llamar nuevo a algo que está roto y arreglaste con pegamento? No lo creo.Muchas veces, durante la noche, no paraba de preguntarme: ¿Por qué no morí?. Hubiera sido mejor, me habría ahorrado mucho sufrimiento y ahora estaría junto a Nana, Roberto y mi hijo. Los extrañaba, ahora que estaba sola, ¿Qué iba a hacer?.Pasaron los días y lentamente fui mejorando, el dolor disminuyó, mi cuerpo se desinflamó. Los médicos empezaron las cirugías reconstructivas, de nuevo el dolor de la recuperación, y lo peor, al terminar todas las cirugías, definitivamente no era yo misma, los doctores tenían razón, era alguien nuevo porque mi rostro había cambiado.No dejaba de mirarme en el espejo, no podía adaptarme a ver una mujer completamente diferente, mi nariz era más perfilada, mis pómulos más levantados, mis ojos un poco achinados, mis labios un poco más carnosos y definidos. Sí, no podía negar que los médicos habían hecho un excelente trabajo, no me quedaron marcas y me veo más hermosa que nunca, sin embargo, no podía evitar sentirme falsa, como que no era yo, sino una copia.Yo había cambiado. Todo ese tiempo en el hospital, sufriendo, llorando, pensando, me cambió.No solo físicamente.Me había vuelto más fría, mi corazón se había endurecido. No paraba de imaginar a Liam y Julieta sufriendo, teniendo un accidente, una enfermedad terminal o siendo torturados… Por mí.Esa era mi fantasía más satisfactoria.¡Ah, sí! Cómo quisiera vengarme, hacerlos sufrir y verlos en medio de su dolor, ver su sangre correr y a ellos llorando clemencia, como ellos lo hicieron conmigo, tal cual como me lo dijo Roberto en mis sueños, tener mi dulce venganza. ¿Pero qué podía hacer yo sola?.Pronto me darían el alta, ya estaba mucho mejor, mis heridas habían sanado, ahora nada más recibía terapia física y psicológica. Luego de varios meses en mi tortura personal de dolor y sedantes, finalmente, en pocos días, estaría fuera de este hospital, pero ahora ¿Qué haría con mi vida?.Se me ocurrió una idea, en realidad era algo que ya había pensado antes, sin embargo, o me había atrevido a mencionarlo hasta ahora.— Chicos. — Llamé la atención de Hugo e Iván, que están embobados viendo un juego en la TV. — Sé que están aquí solamente por un compromiso y que ya han hecho mucho por mí, cuidándome y pagando por todo esto. — Ellos se miraron. — Pero si no les importa, si nos es mucho abuso, hay algo más que me gustaría pedirles. — Se quedaron en silencio, como siempre, esperando que termine de hablar. — Quiero venganza, a los que me hicieron esto, quiero verlos sufrir. — Lo solté con desprecio. Ambos sonríen. — Luego podré morir en paz. — Se extrañan por esas últimas palabras.— ¿Qué desea que hagamos, señora?. — Preguntó Hugo.— No deseo que le hagan nada a ellos, nada. — Se vuelven a observar extrañados. — Quiero que me entrenen, que me enseñen a defenderme, a golpear, técnicas de torturas, todo sobre la mafia. Quiero tomar la venganza con mis propias manos, quiero ser yo quien los haga sufrir y ver sus rostros de dolor.Una expresión maquiavélica e intimidante se formó en sus rostros. Asienten y sonríen con satisfacción. Días después me dan el alta y salgo acompañada de mis escoltas y ahora profesores en el arte de matar.Llevamos un par de días viajando por carretera, aunque la lujosa camioneta en la que andamos es bastante cómoda, igual el cansancio me mata, sobre todo porque acabo de salir del hospital.Sí, me había recuperado, pero todavía no me sentía al cien por ciento de mis capacidades. Aún sufría de muchos espasmos y dolores musculares, así como migrañas, para lo que me recetaron analgésicos y llevar un control bastante estricto.No entendía por qué no viajamos en avión, fue una tortura viajar de esta manera en mi condición, sin embargo, según Hugo e Iván, es más seguro para todos nosotros viajar por carrera.Luego de ver diferentes tipos de paisajes y pasar por distintos pueblos muy pintorescos, llegamos a una zona bastante rural y campestre. Estaba ansiosa, Hugo e Iván me habían dicho que ya estábamos por llegar a nuestro destino y tenían una sorpresa preparada para mí. Eso me animó bastante.Llegamos a una bellísima finca, un lugar de ensueño, pasamos por un portal con un letrero que decía
Tenía una nueva vida, de nuevo. No sabía cuántas veces tenía que iniciar, empezar desde cero, pero lo haría, las veces que sea necesario. No estaba dispuesta a dejarme vencer, me sentía tan llena de fuerzas, tan renovada, ahora ya no pensaba en ¿Por qué no morí? Ahora reflexionaba en lo afortunada que era en vivir, en sobrevivir.Quizás esta nueva mentalidad, se debía a qué ya no me sentía tan sola, tenía a Roberto conmigo, en este momento, él era mi roca, mi apoyo.Vivíamos en esta hermosa finca, todo un paraíso. Un médico se mudó para monitorear mi estado de salud a diario y recibía consultas psicológicas online también. Supongo que eso también ayudo a darle un cambio de perspectiva a mi mentalidad.En la casa contábamos con todas las comodidades que cualquiera podría desear, un personal de servicio bastante eficiente, internet y TV satelital, incluso gimnasio y piscina. Además, parte de mi terapia consistía en salir todas las tardes a cabalgar, para mí, esa no era una obligación,
Necesitaba entrenar de inmediato, sin embargo, Roberto insistió en que me tomara las cosas con calma, para él, la venganza sabe mejor en un plato frío, ¿Qué sé yo? A mí me gusta comer calentito.Además, me pidió ahondar este tema con mi psicólogo, al parecer le preocupa mucho más mi salud mental que física, yo también estoy preocupada, aunque no precisamente por el motivo de la venganza, sino por el insano deseo que comenzaba a crecer en mí hacia mi primo.De pronto, lo veo con otros ojos, ya no lo veo como mi familia, sino como un hombre sexi, atractivo, salvaje, dominante. Con solo pensar en él, me humedezco. Y ¿Para qué mencionar la barbaridad de sueños eróticos que tengo con Roberto? Nada más empeoran mi ansiedad y deseo.—Muy bien Mayra, ¿De qué quieres hablar el día de hoy?. — Comienza mi sesión del día con mi psicólogo por videollamada.—Hay… — Todavía dudo si debo mencionar el asunto, pero me da mucha curiosidad. — Hay un nuevo tema del que me gustaría hablar.Comienzo a de
Estaba en el polígono de tiro con Iván, este no era mi día, quizás el cansancio ya se apoderaba de mi cuerpo porque no había podido atinar ninguna bala y eso que la última vez había avanzado bastante.Iván me gritaba tan frustrado como yo, después de tanto avance parecía haber retrocedido como si esté fuera mi primer día, mi primera práctica. Yo escuchaba los gritos de Iván, pero era un eco en el fondo de mi mente, pues estaba más concentrada en algo más, en darme ánimo.“Tú puedes” Fallé. “Vamos, tú puedes” Fallé. “Vamos, concéntrate, esfuérzate” sentía los pinchazos de dolor en mis hombros al levantar el arma, definitivamente el cansancio comenzaba a pasarme factura y fallé.Suspiré abatida.Me doy cuenta de algo, los gritos de Iván ya no se escuchan en el fondo.Volteó para ver si él se dio por vencido y se retiró del lugar.En efecto, Iván no está. En cambio, está mi primo Roberto. Él está de pie en la entrada, observándome fijamente, recostado a la pared con las manos en los bol
En los siguientes días no pude ver a Roberto, o estaba muy ocupado, o no se encontraba en casa. Eran las nueve y media, Roberto no aparecía, las velas se consumían, llevaba mi cuarta copa de champán y mis esperanzas de que llegara se habían acabado, todavía no podía creer que lo haya esperado por tanto tiempo.Él ya no vendría, ¿Quién llega tarde a una cena en su propia casa?. Seguro seguía molesto conmigo. Suspiré abatida.Escuché un ruido, imaginé que se trataba de alguien del personal que venía nuevamente a verificar si la cena ya comenzaría o no. Me levanté de la mesa dispuesta a retirarme a mi habitación, no había nada más que hacer.Al levantarme y dar unos pasos, quedó sorprendida. Es Roberto quien está parado frente a mí, lleva un elegante traje oscuro y me sonríe con prepotencia.—Lamento la demora. — Se acercó, puso su mano en mi espalda y me dio un beso en la mejilla. — Pasar una tarjeta por el piso, no es una buena manera para dejar un recado a alguien. — Sonríe. — Estab
Ya estaba cansada de esto, es decir, mi relación con Roberto era un, tira y encoge. Nos gustábamos, lo sabía, yo estaba dispuesta a todo con él, pero parecía que él se sentía más culpable que yo por iniciar algo entre nosotros, aunque todavía no sabía qué.De nuevo, me quedaba con las ganas y comencé a pensar que quizás no sé trataba de Roberto, quizás se trataba de que necesitaba sexo, hacía mucho que no drenaba mi energía sexual y posiblemente, como Roberto era por mucho, el hombre más atractivo que tenía cerca, entonces por eso mis hormonas se alborotaban con él.No iba a seguir insistiendo con mi primo Roberto, era lo más sano, después de todo, era mi familia y yo andaba como una loca pervertida con mis hormonas. Parecía que él tenía más sentido común que yo. ¿Qué opinaría Nana de mí ahora?.Tenía que hacer algo al respecto, quizás complacerme yo misma, aunque lo he intentado y no es igual. Tenía que encontrar un amante, alguien que me ayudara a drenar mis perversiones, una relaci
Me acerqué rápidamente al ring, agarrándome con fuerza de las cuerdas.—¡BASTA!. — Grité con todas mis fuerzas.Roberto se detuvo en el acto, me observó con su cara llena de furia, entrecerrando los ojos, me asustó, sin embargo, no me detuve, subí al ring, me acerqué a ellos, con cautela me agaché y sostuve la cabeza de Scott, él sangraba por todos lados, lo revisé bien, ninguna de las heridas eran graves, todas eran superficiales.Gracias a Dios también había recibido clases de primeros auxilios y meditación, eso me ayudó a no perder la calma y comprobar con cuidado las heridas.Roberto se levantó, se quedó observándonos con una mueca llena de desprecio.—¡Hugo!. — Gritó todavía en el ring. Hugo corrió para acercarse.—¡Sí, señor!. — Respondió esté, apresurado.—¡¿Quién lo contrató?!. — Habló con fuerza, señalando a Scott. Hugo tragó grueso.—Yo señor. — Musitó nervioso.—¡Bien! Cancélalo. — Roberto ordenó y Hugo asintió.—¡NO!. Grité lo más fuerte que pude, con mi garganta a
Roberto entró al jacuzzi conmigo en sus brazos, una vez dentro, me bajó de sus brazos con suavidad y antes de que pudiera acomodarme, se lanzó sobre mí y tomó mis labios nuevamente.Quedé allí, arrinconada, entre las burbujas y el hombre que deseaba, comiéndome, no podía ser más feliz.Roberto comenzó a bajar nuevamente, besando y lamiendo mi oreja, cuello, pecho, con algunos pequeños mordiscos con los que yo automáticamente me retorcía, abriendo las piernas para su comodidad, tirando la cabeza hacia atrás, incluso volteando los ojos algunas veces, parecía poseída.Estaba tan excitada que mis nenas estaban de punta y él las estimuló todavía más jugando con ellas, usando sus labios y una de sus manos, con pellizcos y succión, él me hacía gemir con fuerza. Esos sonidos lo estimulaban todavía más a él mismo, parecía dedicarse con más entusiasmo y fuerza cuando los escuchaba.Al mismo tiempo, Roberto, deslizó una de sus manos bajo mis pantis y utilizando sus dedos acariciaba mi centro mi