Mayra es una joven latina que viaja desde su pueblo hasta Estados Unidos para encontrarse con el único familiar que le queda, su primo Roberto. Sin embargo, se lleva una gran sorpresa, pues su primo resulta ser el jefe de una importante mafia y él le ofrece una vida de lujo siempre que ella acepte trabajar con él en la organización. Ella se niega, no le gusta esa vida criminal y prefiere vivir sola humildemente. En su nueva vida conoce a Julieta, quien se convertirá en su mejor amiga, y gracias a un pequeño incidente en el trabajo, conoce Liam, un hombre guapo y dedicado con quién se casa. Toda su vida es perfecta, hasta que se entera de la supuesta muerte de su primo Roberto, allí se comienzan a caer las máscaras y Mayra descubre que su esposo nunca la amó, que su mejor amiga Julieta era su amante y para colmo la agreden de una forma tan brutal que ella queda hospitalizada. Pero eso no se quedará así, luego de recuperarse de tanto sufrimiento, Mayra ha tomado una decisión, todo lo que desea en el mundo es hacer sufrir a esos miserables que le causaron tanto dolor, ella se unirá a la mafia, volverá para buscar a quienes la lastimaron y así, obtener su dulce venganza.
Ler maisFinalmente, había llegado. Luego de varios días de sufrimiento, insomnio, hambre, sol inclemente, noches frías, insultos, golpes, largas caminatas, cruzar selvas, desiertos y ríos, ser perseguida por la policía y por delincuentes, además de muchas calamidades más, lo logré. Estaba en New York.
Mi nombre es Mayra López, soy una latina en busca de una vida mejor. Aunque para ser sincera, me gustaba mi antigua vida. Para mí, no había nada mejor que ella.Cuando era una pequeña, mis padres fallecieron en un accidente y fui llevada a vivir con mi nana Liliana y mi primo hermano Roberto a un pequeño pueblito. Vivíamos en una pequeña granja, dónde había gallinas, cabras y una mula. Sembrábamos maíz y granos.Aunque vivíamos muy humildemente y pasamos mucho trabajo, éramos felices, nuestra familia era pequeña, pero unida. Aun cuando yo solía vivir en la ciudad cuando vivía con mis padres (según lo poco que recuerdo), me adapte rápidamente a mi nueva vida. No hay nada mejor que crecer en la libertad del campo.Cuando mi primo y yo llegamos a la adolescencia, empezaron a correr rumores en el pueblo de que Roberto estaba iniciándose en el camino de la delincuencia, pero nunca se probó nada, así que Nana y yo nunca lo creímos, no fue nada más que rumores.Al cumplir la mayoría de edad, mi primo Roberto, decidió irse del país y buscar una vida mejor en Estados Unidos. Eso nos deprimió mucho a Nana y a mí, sin embargo, apoyamos su sueño. Fue muy duro porque pasó mucho tiempo para que supiéramos algo de él, vivimos mucha angustia.Luego de algún tiempo, las cosas mejoraron, Roberto apareció y había encontrado un buen trabajo en Estados Unidos, por fin se comunicaba constantemente, además nos enviaba un buen dinero. Siempre se mantenía comunicado y siempre nos pedía ir a vivir con él, pero Nana y yo, nos negábamos, nos encantaba nuestra vida en el pueblo.Unos años después, mi amada Nana, falleció. Fue de forma natural, un día fue a dormir y a la mañana siguiente, no despertó. Sufrí mucho, lloré sin cesar, ahora estaba sola, por eso, no lo pensé mucho cuando mi primo Roberto me pidió, no, prácticamente me rogó, que me fuera a vivir con él a Estados Unidos.Así que hice mi maleta y me fui, como no tenía los papeles en regla, viajé de forma ilegal y no se imaginan las penurias que tuve que pasar, pero finalmente llegué.Esperaba a mi primo, que vendría a buscarme en el punto acordado.Una camioneta oscura con los vidrios completamente ahumados se detuvo frente a mí. Bajaron un vidrio, se asomó un sujeto con un aspecto bastante intimidante, moreno, rapado y algo regordete. Él se dirigió a mí.— ¿Tú eres Mayra?. — Asentí lentamente. — Sube. — Se abrió la puerta de atrás. Yo me quedé paralizada con el corazón latiendo desbocado. Al no ver ningún movimiento, el sujeto con mala cara se bajó del auto, me tomó por el brazo y me empujó hacia el auto. — Te dije que subas. — Habló con autoridad.Horrorizada y temblando, subí a la camioneta. Hay otros dos sujetos en ella, igual de intimidantes, todos con chaquetas, iban vestidos completamente con colores oscuros. Tenían una música de rap en inglés puesta en el reproductor del auto con mucho volumen. Ninguno de ellos dice nada, le pusieron los seguros a la puerta del auto y arrancaron.Pasé todo el camino recordando los buenos momentos de mi vida, orando, conteniendo las lágrimas, estaba segura de que había llegado mi hora, con la pinta que se traían estos tipos, seguramente me llevaban para torturarme y matarme, ¿El por qué? No lo sé, pero hoy en día, muchas veces, el mundo funciona así, las personas son asesinadas por nada.La única pregunta que quedaba atorada en mi garganta y no era capaz de pronunciar, ¿Cómo me conocían, como sabían mi nombre?.Llegamos a una especie de almacén, apenas la camioneta se detiene, se abrió el portón y entramos. Había mucha gente en el lugar, hombres y mujeres, mucho movimiento, muchas cajas, paquetes, cosas ilegales, me estremecí, no sabía lo que me esperaba.Me bajaron de la camioneta sin decir palabra, me llevaron escoltada escaleras arriba en el almacén, con estos enormes hombres a mi alrededor, no podía ver mucho, además el temor no me permitía razonar o pensar, yo caminaba de forma robótica.Se detuvieron en una puerta y la abren para mí.— Pasa y toma asiento. — Habló uno de los sujetos, con el ceño fruncido.Entré en silencio. El cuarto estaba todo cerrado, no tenía ni una mísera ventana, pero no se sentía tan intimidante, más bien parecía una oficina, con muebles y escritorio, y no un cuarto de tortura como el que me imaginé.Luego de unos minutos llenos de estrés, en el que solo rece y retorcía mis manos entre mis piernas, se abrió la puerta. Con el corazón en la boca, vi que alguien va entrando a la habitación, era un chico alto, con una espalda ancha, y muy guapo, sentí una punzada en mi pecho.Unos segundos después, lo detallé bien, al principio no lo reconocí, se trataba de mi primo, Roberto. Los ojos se me llenaron de lágrimas y de un salto me abracé a él.Roberto estaba sorprendido, claro, se alegró de verme, pero no esperaba que prácticamente me amarrara sobre él. Mi cuerpo no dejaba de temblar y comencé a llorar como una posesa. Él me llevó hasta un sofá que está en un rincón de la habitación y se sentó a mi lado, me apretó a su pecho y con mucha dulzura, comenzó a consolarme.— Tranquila… Shsssss… Todo va a estar bien… ¿No estás feliz de verme?… ¿Tan mal estuvo el viaje?. — Él hablaba mientras que yo no podía dejar de llorar.Luego de un buen rato de un mar de lágrimas y que mi primo me sirviera un vaso con agua, comencé a calmarme.Observé a mi primo por bastante rato, había cambiado mucho. Debajo de esa chaqueta y franela oscura se le marcaban unos músculos sorprendentes, era más fornido, su rostro se había endurecido, se veía más serio, maduro, sexi, lleva el cabello muy corto, casi rapado, usa zarcillos y tatuajes. No podía dejar de mirarlo, sentí como mi corazón se aceleraba.“¡No!” Menee la cabeza de un lado para otro, “¿Qué me pasa? Es mi primo, es como mi hermano”. Desvíe la mirada.— ¿Estás mejor?. — Roberto me preguntó con evidente preocupación. — ¿Qué te pasó? ¿Por qué llegaste en ese estado?.— Es… Es que… — Comencé a balbucear. — Es que tenía mucho miedo. Esos hombres… Los que me trajeron… Pensé que iba a morir… Pensé que me iban a matar.— ¿Por qué supondrías algo así?. — Preguntó perplejo.— Ellos me asustaron… Me subieron al auto a la fuerza y yo… Yo pensé…— ¿Te tocaron?. — Parecía genuinamente sorprendido. Asentí todavía algo temblorosa.Él se enojó mucho, su rostro se transformó y me pareció tan intimidante cómo los tipos que me escoltaron. Fue hasta el escritorio de la oficina y descolgó el teléfono, habló unos segundos, en tono bajo, no pude escuchar nada. Lo cierto es, que los tipos al minuto están allí.— ¿Es que no pueden hacer nada bien?. — Comenzó a hablar con un tono tranquilo, aunque su expresión era otra cosa, podía ver la vena en su frente palpitando.— ¿Señor?. — Preguntó uno de los escoltas confundido.— ¡Esa es forma de tratar a mi hermana!. — Los tres hombres abrieron los ojos como platos.— ¿Su hermana, señor? Pensamos que era un ajuste. — Contestó uno de los tipos obviamente nervioso.— ¡¿Acaso yo les dije que se trataba de eso?!. ¡Solamente les pedí que recogieran a alguien por mí!. — Roberto pegó un grito. Los tres hombres se estremecieron.— Lo lamentamos mucho, señor. No volverá a pasar. — Uno de los hombres con valentía dio un paso para adelante. En ese momento, mi primo, con la velocidad de un rayo, soltó un puñetazo al valiente con tanta fuerza que lo tiró de largo a largo.— ¡CLARO QUE NO VOLVERÁ A PASAR! ¡¿QUIÉN SERÁ EL SIGUIENTE?! ¡¿PARA QUÉ PREGUNTO?! ¡ES OBVIO QUE TÚ SERÁS EL SIGUIENTE!. — Señaló a otro de los hombres mientras gritaba histérico.No lo podía creer, lo tenía ante mis ojos y no le daba crédito, mi primo, mi hermano, como todo un ogro, golpeando y amenazando a esos tipos, solamente porque me asusté.Lo pensé bien, ¿Debía decirle la verdad? ¿Sería este el momento adecuado?, Roberto parecía estudiar mi expresión, mientras que yo seguía sopesando la situación.— ¿Mayra?. — Él apretó mi mano haciéndome reaccionar.— Yo… Lo siento… Roberto, esa boda era ficticia, era una trampa y yo… — Empecé a balbucear cuando Roberto me interrumpió.— Sí, yo lo supuse…— Mauro y yo, ya nos habíamos casado. — Solté de sopetón, cerrando los ojos con fuerza. — Él me obligó y yo…— ¿Mayra?. — Roberto me interrumpió, abrí los ojos lentamente, él parecía sereno. — Tranquila, no es tu culpa, entiendo.Me lancé sobre su pecho para abrazarlo, no lo soporté más, las lágrimas, los gemidos, los temblores salieron. Cómo pudo, Roberto colocó una de sus manos en mi espalda y comenzó a consolarme, acariciándome. Lo que me hizo sentir peor, más culpable.— Lo siento… Lo siento mucho… No te escuché… Todo fue culpa mía… Todo pasó por mi culpa…— Shsssss, tranquila Mayra, ya todo terminó, tu misma lo dijiste. — Él seguí
Don Ivanov jaló un banco cercano, se sentó justo a mi lado y de pronto cambió su expresión, se volvió más serio.—¿Sabes? Hubo mucho alboroto en nuestros círculos cuando Mauro anunció su matrimonio con la heredera de los Valenti… — Comenzó a relatar.—Sí, imagino que era algo que nadie se esperaba.—No lo creas, muchos teníamos la sospecha de que seguías con vida, oculta por ahí, y que en algún momento volverías para reclamar lo que te pertenece.—Entonces, ¿Cuál fue el motivo de la revuelta?. — Me pareció algo confuso.—Bueno, fue sobre todo por el asunto del matrimonio. Si nadie estaba de acuerdo con que Mauro tomara el poder de la organización de los Ferro, imagínate si también tomara el poder de los Valenti.—Claro, entiendo. Sin embargo, no me enteré de que alguien mostrara su descontento al respecto. — Quizás no estuvieron de acuerdo, pero nadie, aparte de Roberto, intento impedir la boda.—Mi querida Mayra, debes aprender que este mundo se mueve en las sombras.—
El tipo nos tenía muy vigilados y no iba a poder darle un buen tiro desde la posición en que estaba.—Roberto, Roberto, cariño, te necesito, te necesito concentrado, debes ayudarme. — Comencé a murmurar sobre Roberto, quien ya se estaba quedando dormido.—¿Mayra? Yo… — A duras penas intento hablar.—Shsssss tranquilo, no necesitas decir nada, pero necesito tu ayuda para que ambos podamos salir de aquí. — Lo vi asentir tenuemente.Saqué un cuchillo del traje de Roberto y comencé a arrancarme la falda del incómodo vestido, la dejé acomodada en una orilla del muro, mientras Giovanni la viera, supondrías que yo estaba ahí. Tomé el arma pequeña, la que le había quitado a Mauro y se la entregué a Roberto, dejándosela en la mano, acomodando el gatillo entre sus dedos.—Escúchame, necesito que reúnas todas tus fuerzas y dispares en esa dirección, por favor, no dejes de disparar, ¿Entendiste?.Le apunté el arma hacia un punto cercano en el que estaba Giovanni, vi el sufrimiento de Ro
Segundos después, se escucharon disparos, muchos disparos, no sabía lo que ocurría, no podía ver nada. Con el corazón a millón, me lancé muy pegada tras la pared y a un lado de mí, estaba Mauro, lanzando tiros al aire, porque estaba segura de que él tampoco veía nada.—¡M@ldito bastardo! ¡De dónde sacó todo ese equipo y a tanta gente!. — Gruñó Mauro mientras seguía resonando su arma.Me asomé nuevamente desde un lado de la pared, la niebla se empezaba a dispersar, aunque todavía era algo espesa, ahora dejaba ver siluetas y destellos.Esperé un momento, todavía tras de Mauro que seguía disparando, la visión mejoró y pude entender lo que sucedía.Un grupo de hombres vestidos de negro, con chalecos antibalas, armas de alto calibre, pasa montañas, visores especiales para ver a través de la niebla y con linternas, iban entrando y arrasando con todo, como si exterminaran una plaga de cucarachas.Parecían un escuadrón de SWAT, igual a los que se ven en las películas.Abrí los ojos, mu
La puerta de la habitación se abrió, entró una mujer del servicio abriendo las ventanas, por lo que la luz del sol me cegó.Abrí los ojos con dificultad y a un lado de mi cama vi a Mauro de pie, con una enorme bolsa en la mano que lanzó sobre la cama.—Levanté, tienes que prepararte para tu boda. — Anunció con socarronería para luego retirarse.La mujer que seguía en la habitación, me animó para levantarme, ella me iba a ayudar a prepararme.Habían pasado dos semanas, las cuales fueron una eternidad en mi propio infierno personal.Estaba tan cansada psicológicamente, que no rechiste, no luche, no me quejé. Parecía un robot, hacía todo de manera automática, siguiendo las indicaciones de la mujer que me ayudaba.Cuando estuve lista, me asome por la ventana, vi el paisaje, vi el sol en lo alto del cielo, vi algunos pajaritos volar, “Si, hoy es un lindo día para morir” me dije a mí misma.Había tomado una decisión, me había resignado a qué mi destino sería morir ese día, pero me e
Llegamos hasta una de las habitaciones de invitados, era más grande que la que habíamos usado el día de la muerte de Don Marco. Pensé que me lanzaría de un sopetón en la cama, sin embargo, me bajó con mucho cuidado, dejándome frente a él, sin agarrarme o contenerme de alguna manera.Con una sonrisa ladeada y sensual, deslizó con delicadeza una de sus manos en mi rostro.—No te mentí cuando te dije que me agradabas. Me gustas más de lo que me había gustado cualquier otra mujer antes. — Murmuró con su ronca voz. — Si te comportas, las cosas pueden funcionar muy bien entre nosotros.Me quedé paralizada por un instante, ¿A qué jugaba este hombre? Era muy difícil leer sus intenciones con sus repentinos cambios de actitud.—De ahora en adelante, lo mejor es que te acostumbres a obedecerme, porque te espera una larga vida a mi lado y si no cooperas, se puede poner muy difícil para ti.¿Una larga vida a su lado? ¿Qué pretendía? ¿Estaba demente?. Le abofeteé la mano, asqueada con su toq
Último capítulo