Fui descubierta, “Es mi fin” pensé mientras le mantenía la mirada ceñuda y fija a Mauro. Él esperó por mi respuesta pacientemente por un momento, pero mi cuerpo empezó a temblar y como estaba pegada a él, lo sintió; por lo que, en respuesta, me apretó más contra su cuerpo.
Pareció perder la paciencia y la mano que usaba para sostener mi barbilla se deslizó suavemente hasta mi cuello, tomándolo con vigor para comenzar a apretarlo.
— Habla ahora. — Murmuró en mi rostro.
Cerré los ojos con fuerza, empecé a contar mentalmente, tratando de controlar mis temblores, no quería demostrarle miedo, no debía mostrarle mi miedo.
Mientras contaba, imaginé lo que me esperaba, el seguro y terrible final que Mauro me prepararía, lo que me hizo poner más nerviosa, no me podía concentrar, mi mente me traicionaba justo cuando más la necesitaba.
Estuve a punto de estallar en un mar de lágrimas, en darme por vencida, aceptando que Mauro me estrangularía allí mismo, cuando la imagen de Roberto apareció en