La vida en un matrimonio de cuatro

Una semana después...

Oliver con seriedad como siempre, estaba terminando de arreglar su corbata y traje perfectamente planchado e impecable.

Se acercó a la cama, y le dio un beso en la frente a la dormida Liliana. Esta frunció levemente el ceño e hizo un puchero.

Él sonrió hermosamente, pero al ver otra mano envolver a Liliana, su expresión se volvió fría y la sonrisa se desvaneció en un instante.

Se irguió y acomodó bruscamente por última vez su corbata y salió. Héctor sonrió y se aferró a Liliana aún más.

Estaba seguro de que ella le tenía un poco más de preferencia, sin embargo, aún no tenía completa seguridad ante Marcus que parecía una mosca que no salía a ningun lado y prácticamente vivía prendido de ella.

Justo cuando estaba repasando sus disgustos, sintió en movimiento en la cama.

—Héctor, debes trabajar.

En un instante, comenzó a sentir como su parpado comenzaba a saltar y su nariz se contraía.

—Cierra la boca idiota. ¿Acaso no tienes vida? ¿Planeas que te mantenga toda l
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