Al regresar a la habitación, como esperaba, Liliana ya estaba dormida. Su hermoso rostro se veía tan tranquilo y suave. Que estuvo a nada de tocar su mejilla.
Pero justo cuando estaba por retirarse, su voz somnolienta se escuchó.
—Solo acuéstate a dormir.
Y se giró para dormir más cómodamente. Él sonrió y se recostó junto a ella, pero teniendo extremo cuidado de no molestarla.
Pese a parecer un tronco justo en la orilla de la cama, sonreía como un tonto.
Al día siguiente, abrió los ojos y se dio cuenta de que ella ya no estaba en la cama.
Se levantó inmediatamente y salió a buscarla.
—¡Jajajaja! ¡No puedo creerlo! ¡¿De verdad hiciste algo así?!
Al bajar las escaleras, su risa y sus hermosos ojos llorosos por lo mismo, le dieron la bienvenida al comedor.
Por un momento se olvidó de la existencia de Oliver y entró él también con una sonrisa, sin embargo, la incomodidad volvió en cuanto la alegría de Liliana, se esfumó de su rostro.
Inmediatamente y como si fuera un interruptor, su voz