Óscar solo tenía en su cabeza poseer a esa mujer. Tenerla cerca y convivir junto a ella lo mantenía nervioso, ni siquiera él mismo sabía cómo podía resistir tanto. Él entró al baño y le pasó la esponja, pero ella simplemente tomó la bata y se marchó, dejándolo solo. Esto provocó un gran desorden en la cabeza de Óscar, y entendió bastante bien cómo debía manejarse, así que tomó el baño, se vistió y la encontró en la cocina preparando la cena.
—Debes prepararla solo para ti, yo ahora voy de salida.
—¿Vas a salir?
—¡Así es! Aquí no podré tener lo que necesito.
Ella trató de detenerlo, pero cuando terminó de salir de la cocina ya había cerrado la puerta, dejando el temor impregnado a su corazón ya que se había decidido que los domingos eran libres de contrato.
Como él se había marchado, entró a la cocina y detuvo el proceso de la comida. Es cuando toma su celular y encuentra el mensaje de Sarah.
Mensaje respuesta:
—¡Ay amiga! Creo que estoy dentro de un laberinto sin salida.
—Estamos, am