El rostro de Marcos estaba irreconocible. Era más sangre que piel. Por unos segundos, creí que estaba inconsciente, pero solo era el resultado de casi sacarle el ojo a golpes.
Mis nudillos estaban cubiertos de sangre y magullados. Era doloroso, pero esa clase de dolor satisfactorio que me gustaba experimentar.
Nunca había tenido la necesidad de ejercer violencia contra las personas para dejar en claro mi molestia. Mis represalias siempre han sido psicológicas y financieras. Eso ha sido suficiente para hacer apartar a los rebeldes y que aprendan a no meterse con los Westwood. Pero este maldito imbécil le quemé la empresa completa y seguía jodiendo. Si fuera en mi contra sería diferente, pero era en contra de mi mujer.
—Fue con esta mano, ¿verdad? —Tomé su mano izquierda, la misma que usó para tocar a mi mujer, dejarle una marca en su cuerpo. Como podía, levantó la cabeza, la sangre corriendo por su mentón. Sus ojos estaban muy hinchados que apenas eran visibles, y aún así, pude v