Marián acercándose a la puerta se encuentra con Alberto que sale de la oficina.
-Buenos días Alberto ¿cómo estás?
-Bien Marián ¿y tú? ¿Te has sentido cómoda en la nueva ciudad?
-Me ha costado adaptarme, pero el hotel es cómodo. ¿Cómo van con la residencia?
-Pronto empezaremos a construirla. En el departamento de arquitectura está un documento que necesito que lo firmes –Alberto dio un paso adelante con la intención de retirarse. Pero Marián volvió a llamar su atención.
-Alberto… este… bueno –Marián balbuceaba sin hallar como formular las palabras.
-Dime, ando apurado.
-Siempre andas apurado, casi no hablamos.
-¿Es necesario? –Preguntó Alberto extrañado.
-Sí… Si no has escuchado que te diga que te perdonaba, te perdono.
-¡¿Que me perdonas que?! Y yo que te hice.
-Digo, por todos los inconvenientes que nos hicieron separarnos.
-Marián, tú fuiste la que echaste a perder nuestra relación.
-No tuve la culpa totalmente… bueno, pero al seguir siendo tu socia, tenemos la oportunid