-Lo intenté, pero ella no quiere nada conmigo, Marián era la indicada para firmar por la empresa, el nombre de Alberto Carrasco está rallado –decía para sí mismo mientras conducía en dirección a un hotel. También era su intención convencer a Marián para quedarse en su casa, pero percibió el corazón de ella como una piedra.
-¿Realmente le hice tanto daño? Si el que quedó perjudicado de esta relación fui yo. Antes de que ella apareciera en mi vida lo tenía todo. Menos… Amor…
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Eran las ocho y cuarenta y cinco de la mañana cuando Marián llegó a la oficina correspondiente para finiquitar el divorcio.
-Buenos días, vengo a firmar un divorcio. Mi ex esposo dijo que traería un documento hoy a primera hora, y espero que haya sido así –Habló con tono serio.
-Usted es la señora Marián ¿cierto?
-Sí, veo que ya me reconoce, de tanto que he venido aquí.
-Claro, y puede que no necesite regresar más. El señor Alberto traj