Capítulo 64

Ernesto tomó del estuche el hermoso anillo en oro blanco, todo el aro, estaba rodeado de pequeños diamantes incrustados, siendo coronado por un gran piedra, de hermosa luminosidad. que resplandeció al tomarlo para colocarlo en el dedo anular de Aline.

Ernesto dio un par de giros sosteniéndola, entre sus firmes brazos, acercó sus labios los de ella y la besó con fervor, entonces continuó cantando la última frase:

«Pasarán más de mil años, muchos más, yo no sé si tenga amor la eternidad, pero allá, tal como aquí, en la boca llevarás…Sabor a mí».

Aline presionó con fuerza sus labios y suspiró profundo, disfrutando de escucharlo cantar solo para ella.

—¿Qué dices? —Ernesto cuestionó, mirándolo a los ojos atento.

Aline limpió su mirada cristalina y sonrió.

—He esperado mucho tiempo por esto —respondió—. Claro que aceptó —respondió con voz ahogada.

Ernesto se aclaró la garganta.

—Debí pedírtelo hace mucho tiempo —dijo él—, sabes que mi situación económica no era tan estable, deseaba ofrecer
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