Días después.
Aline se encontraba trabajando en la clínica del hospital, por cuestiones de seguridad, prosiguió trabajando como enfermera, con la población. Finalizaba de atender a los hijos de una familia muy allegada a doña Inés, entregándole algunos medicamentos, cuando un hombre se puso de pie de la sala de espera y para ingresar a consulta.
La chica lo guio hasta su consultorio y le indicó que tomara asiento.
— ¿Cuál es su nombre?, ¿Qué necesita? —la joven preguntó.
—Soy Joel, siento un fuerte dolor en el estómago — refirió.
La chica prosiguió para la revisión, luego de unos minutos, observó al hombre, pensativa.
—Voy a necesitar que el doctor Martín lo revise, para que corrobore mi diagnóstico — indicó.
El hombre ladeó los labios y se puso de pie, miró su móvil y ladeó los labios.
— Ya no es necesario —respondió y sonrió.
— ¿Por qué no? —preguntó con extrañeza.
— Porque ya me siento bien —mencionó—, es un milagro —expresó y carcajeó.
Aline caminó hacia la puerta, sintiendo un f