Capítulo 40. Distracciones
Harold empuja al sujeto con la cámara, pero es fotografiado por una docena más, uno de sus guardaespaldas lo detiene haciéndole ver el escándalo y cierra los ojos por un momento, respira profundo sosegándose o al menos tratando de hacerlo.
Con dificultad, esquivando el montón de intrusos con cámaras y micrófonos ingresa al recinto policial, pero en la puerta de cristal tintado antibalas lo intercepta un hombre vestido como agente policial. Harold pone los ojos en blanco y respira profundo, de nuevo.
— ¿En qué puedo ayudarle ciudadano? – está tentado a decirle que no le importa, pero este caballero le brinda una sonrisa que parece sincera y no de indulgencia como los paparazzi —. Pase por aquí por favor – lo dirige a una pequeña oficina que parece un cubículo donde apenas caben los dos.
Le ofrece asiento y este lo toma sin poder esconder la sonrisa de agradecimiento, no se considera un hombre con mal humor diferente a Albert e incluso a Damián que se ha criado también como su hermano