Capítulo 26. ¡Locura!
— Como ordene madame – expresa de manera teatral aun sin comprender el margen de locura que padece la mujer con la que va a casarse.
Sin embargo decide que no hará ningún comentario al respecto para que el menudo, pero peligroso monstruo que vive dentro de ella no aflore en este momento.
— ¡Gracias! - le responde con dulzura, como si nunca lo hubiese insultado y dejado tirando hablando solo como un perfecto tonto —. Ya estoy lista para irnos – dice mirándolo guardar los alimentos en la despensa y en el refri — se te da muy bien ser amo de casa – suelta junto con una risita de chocolate.
— Tengo mis momentos – hace un movimiento graciosos con las cejas arriba y abajo — en un salto nos vamos, apenas termine – toma las bolsas y las arruga dejando en la encimera unas naranjas.
— Muy bien “novio” – se siente muy bien al decir esa frase — cuando quieras – Damián entrecierra los ojos hacia ella sin poder evitar pensar que definitivamente le falta un tornillo.
Lea observa sin perderse