Capítulo 78. Cada cosa en su lugar
—¡Sebastián Almarza! si no tienes una razón con suficiente peso para haber amanecido en la calle y más aún aparecerte hoy a las diez de la mañana prometo que me divorciaré – espeta una Corina señalando a su esposo furiosa y triste porque se imagina lo peor.
—¡Pero amor mío! – intenta abrazarla desde la puerta de entrada y ella lo manotea. Trasnochado, cansado y desaliñado sonríe por lo que le dirá a continuación: —. Te he traído dos preciosas razones para que me perdones por abandonarte anoche – Antonio y Damián ingresan con las dos criaturas en brazos y la mujer mayor empieza a hiperventilar de la emoción.
—¿Qué es esto Sebastián? – llora las palabras mientras se acerca a ver los bojotes que traen en los brazos los dos hombres —¿y estas bellezas de quien son? – inquiere con cautela porque están dormidos ambos – Damián le sonríe entregándole a Adriana y Antonio se acerca para que vea a Pablito que mantiene una vía endovenosa colocada en el bracito.
—Son nuestros hijos amor mío: Adrian