Mientras tanto, Chase Hudson estaba absorto en un beso apasionado con Rosalinda. Disfrutaban de un momento apasionado y apasionado sin importarles en absoluto que el chófer estuviera en el coche con ellos.
"Busca el hotel más cercano y sube", le indicó Chase al chófer. Este respondió "sí, señor" sin mirar el retrovisor central. Mirar ese retrovisor implicaba que todos iban a acabar en un hospital.
Pronto encontró un hotel y entró. El resto es historia.
Rosalinda yacía indefensa contra la cama, con sus pechos golpeando contra ella con cada embestida. El tirón en su cabello se hacía cada vez más intenso, obligándola a arquear la espalda contra la cama.
Su mente daba vueltas, el placer la abrumaba.
"Chase, fóllame más fuerte... quiero decir... por favor...", suplicó, con la voz entrecortada por el placer y el dolor. Apenas podía contener un escalofrío mientras su pene parecía estirarla cada vez más.
Al darse cuenta de que su otra mano estaba ociosa, Chase la usó para ahuecar y presionar