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Marcia sostenía el teléfono como si quemara. Su rostro estaba completamente pálido mientras trataba de calmar su respiración. El veredicto del doctor Quill retumbaba en su cabeza como una alarma incesante:
“¡Está embarazada!”
Casi tres meses… ¿Cómo había sido tan descuidada?
“Si aborta este feto, podría causarle infertilidad permanente…”
La frase era aún más aterradora que la primera. Marcia había dedicado toda su vida a perfeccionar su imagen, a asegurarse de ser la hija ideal, la prometida perfecta, el futuro de los Gibson. Pero ahora… todo amenazaba con desmoronarse.
Y si Erick se enteraba…
Y si la familia Thomson lo sabía…
Todo se acabaría.
Marcia respiró hondo, recompuso su expresión, se aplicó un poco de rubor en las mejillas para disimular su palidez, y cruzó las puertas de la residencia con una sonrisa ensayada.
En la sala, Efraín y Eva conversaban con una mujer que irradiaba autoridad. Marcia reconoció su elegancia apenas la vio: postura impecable, ropa sin una arr