Todos sabían que Marcus jamás había escuchado consejos sentimentales, y mucho menos se dejaba influenciar. Su grupo de amigos lo conocía bien, y por eso la curiosidad en sus miradas era tan evidente. Rubí no era cualquiera. Y eso ya era innegable.
Una copa de vino flotaba frente a ella, cortesía de Jasper. Rubí estaba a punto de tomarla cuando una mano la interceptó.
Marcus.
—Ella no bebe —declaró con frialdad, apartando el vaso con una naturalidad autoritaria. Su mirada helada fue directa a Jasper.
Jasper se quedó congelado, sin palabras. Tragó saliva y se encogió de hombros, rendido.
Marcus alzó la copa que había desviado, tintineó su vaso con el de Jasper y murmuró simplemente:
—Salud.
El brindis no fue una celebración. Fue una advertencia elegante. Harry y Jasper intercambiaron una rápida mirada antes de beber en silencio. Nadie más dijo una palabra.
Pero el mensaje era claro: Marcus había cambiado. Había encontrado a alguien. Y esa alguien era intocable. Ni una gota de vino, ni u