—Rubí es mi mujer —dijo Marcus, con voz baja pero cortante, mientras su expresión se tornaba sombría.
—¿Tu mujer? —replicó Noah, incrédulo—. ¿Qué título puedes darle? ¿Y qué piensas hacer con tu prometida?
La molestia de Noah era evidente. Como cabeza de una reconocida empresa comercial, sabía que el matrimonio de Marcus era más que un asunto sentimental; era una jugada estratégica. Las diferencias entre Rubí y la familia de Marcus eran abismales.
Desde la trágica muerte de su hermano y su cuñada, el compromiso matrimonial de Marcus se había vuelto un asunto prioritario para los Maxwell. Su prometida no solo contaba con una posición destacada: era una mujer poderosa, con aliados a los que nadie osaba contrariar. Ni siquiera los Maxwell podían romper ese compromiso sin consecuencias.
—Eso es asunto mío. No tiene nada que ver contigo —la voz de Marcus era tan gélida como su mirada.
—¿Asunto tuyo? —repitió Noah, con un deje de rabia contenida—. Sé que la familia Smith no está al nivel de