Dylan se quedó callado unos segundos, pensativo. Luego respondió con voz seria:
—No quiero. No recuerdo cómo es mamá. Para mí, tú eres mi mamá.
Rubí lo miró sorprendida.
—¿No quieres verla?
—Mami no quiere verme, y tal vez sería un problema para ella —dijo Dylan con una madurez que rompió el corazón de Rubí—. Tengo a papá y te tengo a ti. Eres buena conmigo, y con eso ya soy muy feliz. No necesito a nadie más.
Rubí comprendió que hablaba con total sinceridad.
Si él no quería ver a su madre biológica, no había nada más que decir.
Lo abrazó con ternura. Tal vez era mejor así… esperar hasta que todo se aclarara, hasta que Serena recordara y quisiera buscarlo por su cuenta.
Rubí permaneció abrazada a Dylan en silencio. Poco a poco, su respiración se volvió profunda y tranquila; se había dormido.
Pero Rubí no podía conciliar el sueño.
Pensó en Marcus.
¿Seguiría trabajando a estas horas?
Lo extrañaba. Lo extrañaba más de lo que quería admitir.
Sin embargo, todavía estaban distanciados. Si i