Marcus asintió, mirándola con cierta sorpresa.

—Así que la señora York confió todos sus guardias en tus manos... —dijo en voz baja—. Tu identidad debe ser realmente auténtica.

Esos guardias habían sido entrenados por el antiguo general de la familia Jensen, quien había dedicado gran esfuerzo en prepararlos. Y ahora, todos estaban bajo las órdenes de Rubí.

—Mamá teme que me ocurra algo —explicó Rubí—. Además, Zoey ahora es muy poderosa; ha sido nombrada como la próxima reina. Si no tengo a nadie que me proteja, sería demasiado peligroso, ¿no crees?

Marcus asintió, comprendiendo parcialmente, aunque su ceño seguía fruncido mientras pensaba en algo que no reveló.

Rubí lo observó y, al ver su expresión concentrada, soltó una pequeña risa.

—Sigues ocupado, ¿verdad? —dijo en tono ligero—. ¿Qué te parece si regreso a mi habitación y duermo primero, así no te retraso?

Marcus negó con la cabeza.

—¿Una persona por habitación? ¿Y dejar que los reporteros inventen historias mañana?

Rubí lo pensó