Sus ojos la miraban con una mezcla de ternura y fingida melancolía, como si ella hubiera cometido una injusticia imperdonable. Rubí lo observó y, sin saber por qué, sintió una punzada de culpa. Después de todo, estaban casados y esperaban un hijo… ¿de qué podía avergonzarse?
Finalmente, murmuró con timidez:
—Entonces… está bien.
Marcus sonrió ampliamente, satisfecho. Su hermoso rostro se inclinó hacia ella, su voz baja y envolvente.
—Ven… bésame.
Rubí tragó saliva, asintió despacio y se inclinó con cautela. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, cerró los ojos con suavidad, sintiéndose nerviosa… y un poco temblorosa.
Al ver su adorable expresión, Marcus también cooperó, inclinando un poco su rostro hacia ella. Rubí rozó sus labios con un beso suave, dispuesta a retirarse enseguida.
Pero antes de que pudiera hacerlo, Marcus le sujetó la nuca y la obligó a acercarse más. Tomó la iniciativa y la besó con pasión.
—Mmm… Marcus, sinvergüenza —protestó ella entre lágrimas, intentando zafars