Al escucharla, Marcus se quedó atónito por un momento. Luego se llevó una mano a la frente y suspiró.
—¿Qué estás pensando? —replicó con tono resignado—. No fue con mi primo, fue con el padre de Quentin... mi tío.
—¡Oh! —exclamó Rubí, soltando un suspiro de alivio—. Menos mal. Si hubiera sido Quentin, me habría quedado en shock.
—¿Tu padre lo sabe? —preguntó enseguida.
Marcus negó con la cabeza.
—Por supuesto que no. Si lo supiera, nunca podría perdonar a esa mujer. Este tipo de cosas es una vergüenza absoluta para cualquier hombre. Incluso si hubiese sido una trampa, Dereck no lo soportaría.
—¿Te acabas de enterar? —preguntó Rubí, con el brillo curioso de quien disfruta de un buen chisme.
—Sí —asintió Marcus—. Me acabo de enterar, por eso te lo cuento.
Rubí frunció ligeramente el ceño, pensativa.
—Con esta evidencia, Melisa será condenada frente a tu padre tarde o temprano —dijo con firmeza—. Cuando eso ocurra, la expulsarán de la familia Maxwell. Y sin su influencia, tu padre probab