Capítulo 184

Efectivamente, Dylan no soportó más la angustia en su habitación. Tras dudar unos instantes, guardó en su mochila algunas cosas, se puso una chaqueta gruesa, botas de nieve, guantes y bufanda, y salió sigilosamente por la puerta trasera.

Amelia lo vio atravesar el patio, pero se obligó a guardar silencio. Si lo detenía, su hermano permanecería en prisión para siempre, y sus padres jamás se lo perdonarían.

Dos minutos después de que Dylan desapareciera entre la nieve, Amelia bajó a informar a Melisa. Ella asintió con calma.

—Ya veo. No te preocupes, la nieve en el camino ya fue despejada; si no logra encontrarla, regresará pronto. Rubí también debe de estar a punto de volver. Por cierto, ajusta la hora del despertador.

Aunque incómoda, Amelia obedeció. Tras mover la manecilla del reloj, bajó a la cocina para fingir

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