Luego, ella se fue. Cuando Rubí bajó las escaleras, Marcia ya estaba rodeada de gente. Había sirvientes y un grupo de hombres bien vestidos. Marcus se encontraba en medio de la multitud y le preguntaba al médico, que estaba en cuclillas junto a Marcia:
—¿Cómo está ella?
El médico de la familia Maxwell, aún de rodillas en el suelo, respondió:
—Señor Maxwell, esta señora se ha fracturado las manos y las piernas. Presenta múltiples laceraciones en la piel y tiene una conmoción cerebral. Sin embargo, debe someterse a una tomografía computarizada para estar seguros. Es necesario enviarla al hospital de inmediato.
Rubí escuchó esas palabras mientras se abría paso entre la multitud. Notó enseguida las miradas hostiles dirigidas hacia ella. Entre los presentes distinguió varios rostros conocidos, algunos ancianos que había visto días atrás cuando fue engañada. Había personas de distintas edades, y aunque no conocía a la mayoría, todos la observaban con desprecio y burla.
Marcus, al verla, se