157. NUESTRO
[FRANCESCO]
El sonido del motor atraviesa el paddock desde temprano, como un recordatorio de que hoy no hay lugar para dudas. Es sábado. Estoy sentado en la sala de briefing, traje abierto hasta la cintura, café frío entre las manos… y el pulso golpeándome la garganta como si ya estuviera en vuelta rápida.
La clasificación de Shanghái nunca perdona. El viento. El asfalto helado. Las curvas que parecen no terminar. Y ese maldito tramo largo donde uno decide si quiere ser valiente… o invisible. Pero la presión de hoy es distinta. Porque frente a mí está Sofía, concentrada en su tablet, revisando gráficos como si el caos del mundo no pudiera tocarla. Y Tiziano duerme a pocos metros, en el motorhome, ajeno a todo esto.
Y afuera, un planeta entero mira. Preguntándose si Francesco Mozzi sigue siendo un piloto… o solo un escándalo romántico con ruedas.
[…]
El director técnico termina de hablar. Todos se levantan. Pero Sofía no. Sigue ahí, frunciendo el ceño ante la pantalla.
Me acerco.
—¿Qué