Tom.-
El gimoteo de la vieja quejándose era música para mis oídos, me fascinaba verla sufrir, torturarla resultó ser mejor quita estrés que un masaje.
Vi su piel arrugada llena de moretones viejos, algunos más recientes además de las pequeñas gotas de sangre que brotaban de las heridas hechas con alfileres.
— Ya, ya, por hoy te dejaré tranquila, porque tengo que poner en su sitio a la puta de Brandy ¡Ay por dios! ¿Qué es ese olor?
Me alejo de inmediato tapándome la nariz, con el estómago revuelto. Afuera se encuentra la enfermera, sentada leyendo una revista.
— Limpia a esa vieja inmunda ¡Qué asco! No sé cómo te dedicaste a esto y recuerda colocarle los pijamas que compré, seguramente Damián pasará el día de hoy antes de irse de gira.
— Sí, señor.
El regreso de Brandy fue un shock, esa maldita puta apareció, imitando a la mustia, cree que no me di cuenta y no sé cómo logró que Damián volviera a caer en sus garras. ¿Cómo se atrevió a aparecerse así? Justo cuando estaba dando avan