Mientras los invitados llegaban y se acomodaban en los amplios jardines, Logan se encontraba en su despacho revisando las grabaciones del Circuito Cerrado de la mansión. Su expresión mostraba tensión, mientras que sus ojos eran fríos y calculadores. No podía ni iba a permitir que nada ni nadie arruinara el día de su boda, y necesitaba saber quién estaba detrás del destrozo del vestido de Rachel.
Sin embargo, la búsqueda había sido infructuosa y la frustración comenzaba a apoderarse de él.
De pronto, la puerta del despacho se abrió de par en par y Jenna apareció con la urgencia grabada en el rostro.
—Logan, Rachel ya está lista —dijo, yendo directamente al grano.
Logan, con el ceño fruncido, alzó la mirada de la pantalla y asintió.
—Bien. Evita que nadie la vea antes de la ceremonia —ordenó con frialdad, mientras se ponía de pie y se ajustaba la chaqueta de su esmoquin.
—No te preocupes, ella está en el coche —respondió Jenna, con un tono igual de frío—. No eres el único que sabe como