El rostro y la mirada cabizbaja de Ethan fueron suficientes para Jazmín cuando lo vio entrar en el dormitorio de Oliver.
—¿Qué ocurrió? —preguntó ofreciéndole su mano.
Ethan se acercó tomando su mano. Chasqueó los dientes y sólo dijo:
—Jane estuvo allí y al parecer el juez prefirió creer en sus mentiras y manipulación.
Jazmín lo rodeó por el torso y se refugió en su pecho.
—No te pongas triste, mi amor. Es sólo una batalla, al final saldrá la verdad. Nadie va a quitarte a tu hijo.
—Te necesito —murmuró él, ella alzó la vista y asintió.
Ambos salieron de la habitación del pequeño y fueron directamente hasta su recámara.
Apenas entraron, Ethan la besó y acarició su cuerpo con hambre, con una necesidad imperiosa de poseerla, con el miedo de también perder a la mujer que amaba.
Hicieron el amor dejando que el deseo y la pasión tomaran la batuta, y nuevamente sus almas se reconectaron.
—Siempre voy a estar contigo, mi amor —murmuró ella.
—Gracias por estar, por apoyarme, gracias