Ethan entró en silencio a la habitación de Oliver. El pequeño, al verlo, agitó sus manitas y balbuceó con voz dulce:
—Papá.
Ethan sintió un nudo en la garganta. Las lágrimas, comenzaron a correr por sus mejillas de forma inevitable.
—Sí, campeón… —susurró abrazándolo—. Papá está aquí… y no voy a dejar que nadie nos separe.
Jazmín, conmovida, se acercó y se unió al abrazo. Aunque notaba a Ethan más distante de lo habitual, entendía los motivos. El juicio por la patria potestad de Oliver, la presión constante, el miedo a perder a su pequeño, todo aquel peso caía sobre él. Aun así, no podía evitar extrañarlo y necesitarlo.
El mes pasó en medio de la ansiedad por la próxima audiencia y los escasos momentos de calma que lograban compartir juntos, Jazmín y Ethan.
Finalmente llegó la tan esperada audiencia. Esta vez, Ethan tendría a Jane frente a frente.
Pamela, su abogada, había reunido información clave sobre Jane. Con la ayuda de algunos contactos personales, logró conseguir un re