Una segunda marejada de emociones internas se desató en la mente de Ethan. Lleno de una ira mezclada con frustración y dolor, barrió con su mano todo lo que estaba sobre su escritorio: el retrato de su boda con Jane, la estatuilla dorada que recibió en reconocimiento anual por su trabajo como uno de los CEOs más exitosos del país. Además de un par de libros, plumillas, papeles y documentos importantes que se esparcieron en el piso, todo lo lanzó al suelo.
Justo en ese momento, su móvil comenzó a sonar, era ella, Alicia, la madre de la mujer que lo había abandonado. Por unos segundos dudó de su debía contestarle, pero luego pensó que tal vez, Jane estaba con ella.
—¡Aló! —dijo en voz alta y cortante.
—Ethan, soy yo Alicia. Te llamo porque he estado intentando comunicarme con mi hija y no me atiende. ¿Está todo bien con Oliver?
Aunque Ethan quería estallar en ese momento en contra de Alicia, tuvo que respirar profundo y calmarse.
—Se fue, me dejó a mí y a nuestro hijo. —Fueron