CAPÍTULO 146

El tiempo se alargó interminablemente. Cada segundo era una eternidad mientras Sebastián esperaba noticias. Finalmente, el médico salió del quirófano, con una expresión más relajada.

—Señor Montenegro, la operación ha sido un éxito. Su esposa y su bebé están bien. El bebé es prematuro y necesitará cuidados especiales, pero esperamos que ambos se recuperen completamente.

—Gracias doctor. —Sebastián sintió un gran alivio.

—Puede pasar a ver a su hija.

Sebastián caminó por el pasillo del hospital hacia el área de cunas, su corazón latiendo con una mezcla de emoción y nerviosismo. Cuando llegó, una enfermera lo guio hasta una pequeña incubadora donde descansaba su hija. Era diminuta, con la piel rosada y frágil, pero a sus ojos, era perfecta.

—Es una niña hermosa, señor Montenegro —dijo la enfermera con una sonrisa.

Sebastián se inclinó sobre la incubadora, sus ojos llenándose de lágrimas de alegría y promesa.

—Hola, pequeña —susurró, tocando suavemente el cristal—. Soy tu papá. Te prom
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