El amanecer apenas rompía en el horizonte cuando Omar, con determinación, terminaba de empacar su maleta. Mientras el eco de sus pasos resonaba en el amplio vestíbulo. La decisión estaba tomada: iba a abandonar a Ammy.
Al bajar por las escaleras, sus pasos firmes y su rostro imperturbable, se encontró con Ammy, quien estaba de pie en medio del vestíbulo, claramente sorprendida por su decisión. Su rostro reflejaba una mezcla de incredulidad y desesperación.
—¿A dónde crees que vas, Omar? —preguntó, su voz quebrándose levemente.
Él se detuvo, sin querer enfrentarse a una confrontación, pero sabiendo que era inevitable y era mejor salir diciendo la verdad.
—Me voy —respondió, su voz firme y resoluta—. No puedo seguir viviendo esta mentira.
Ammy avanzó hacia él, sus ojos llenos de súplica y rabia.
—No puedes hacer esto. Nosotros… tú y yo… —empezó, pero su voz se quebró por completo cuando vio la determinación en los ojos de Omar—. No puedes irte. No te dejaré ir, Omar. —La voz de Ammy er