Alessandro
Juro que voy a encargarme de destruir a Emilia Fiore hasta que quede totalmente arruinada.
Mis ojos están fijos en la espalda de Valeria, en las marcas que la atraviezan y puedo sentir como la rabia empieza a apoderarse de mí.
La rabia y un sentimiento más que no alcanzo a descifrar.
No puedo sacar de mi cabeza la mirada asustada y la forma en que me dijo que era horrible. Cómo estaba segura que la rechazaría y joder, venganza o no, tregua o no, la mocosa es mi esposa y nadie va a volver a ponerle la mano encima.
Ni siquiera lo pienso antes de inclinarme y empezar a dejar un reguero de besos por encima de las cicatrices, al tiempo que con mis manos la ubico mejor sobre mi, presionando de manera tortuosa mi erección, y me encargo de que sus piernas queden colgando a cada lado de las mías.
—¿Qu-Qué haces?—su voz es un susurro cargado de deseo y timidez que me encanta y saca el macho territorial que llevo dentro.
—Lo que te prometí, principessa, voy a devorarte completa.
Es la